La diplomacia norteamericana ha intensificado su afán por contrarrestar la influencia china en la Argentina y hay un negocio que preocupa especialmente: la concesión del dragado de la Hidrovía del Paraná que deberá ser licitada el año próximo. Numerosos actores sectoriales y diplomáticos, argentinos y norteamericanos, consultados por este medio coinciden en que la rivalidad entre China y Estados Unidos llegó ya a las aguas del Paraná.
La gigante china Shangai Dredging Company (SDC) y su socio argentino Servimagnus, del empresario Ricardo Román, pusieron el ojo en esta licitación y planean competir con otras firmas de Holanda, Bélgica y Argentina. Buscarán quedarse con el negocio que desde 1995 está en manos de la UTE Hidrovía SA, conformada por la argentina Emepa y la belga Jan de Nul. La preocupación de los estrategas norteamericanos creció porque la socia argentina, perteneciente al Grupo Romero, quedó involucrada en la causa de los cuadernos.
El año pasado, su principal directivo, Gabriel Romero, se acogió a la figura de imputado colaborador frente al juez federal Claudio Bonadio y confesó el pago de una comisión de 600 mil pesos durante la renovación de la concesión de la Hidrovía en 2010. A pesar de que hubo trascendidos de planes para una rescisión anticipada del contrato por la causa judicial, nadie en el Gobierno o el sector sostiene que la causa motivará un adelantamiento del vencimiento de la concesión, prevista para enero de 2021.
La china SDC, filial de CCCC Ltd. (China Communications Construction Company), firma estatal clave en el plan chino conocido como Ruta de la Seda del Siglo 21 (Belt and Road Initiative), ya cuenta con experiencia en el país. En 2015, la firma declaraba contratos por más de 100 millones de dólares que incluyen diez trabajos de dragado en el Puerto de Buenos Aires y trabajos en el Canal Martín García. Este año, también mostraron interés en proyectos en Bahía Blanca como vía de salida para Vaca Muerta.
Además de tener negocios en más de veinte países, SDC también es la responsable de crear islas artificiales en el Mar de China Meridional, una estrategia para potenciar el reclamo chino sobre esa región marítima que muchos creen puede ser el escenario de un conflicto bélico futuro con los Estados Unidos. Sacar agua del fondo de un río o el mar es hoy también una cuestión geopolítica de primer orden. Y, en el caso del Paraná, significa una presencia estratégica en la salida más importante para las exportaciones de la Argentina, Paraguay, una región de Brasil y posiblemente también Bolivia (la ampliación de la Hidrovía es parte de la agenda argentina con ese país).
Veto. Estos desarrollos son seguidos con preocupación por los Estados Unidos, que ya señaló a los diplomáticos y funcionarios argentinos su temor por la posible entrada en el río Paraná de SDC, un negocio que se suma a los proyectos hidroeléctricos, de telecomunicaciones y nucleares. Fuentes calificadas de la diplomacia argentina confirmaron que el Departamento de Estado demanda que la Argentina adopte una norma similar a la que creó en ese país un “Comité sobre Inversiones Extranjeras”, conocida como Cifus, que reserva un poder de veto a la llegada de inversiones en sectores sensibles y podría ser una vía de último recurso para frenar los negocios chinos en el país.
Además de los chinos y la UTE argentino-belga que mantiene la concesión, también están interesadas las firmas Dredging International (Bélgica), Van Oord (Holanda) y Boskalis (Holanda). Esto muestra el fuerte interés que despierta una vía navegable por donde pasan nada menos que un cuarto de las mercancías transportadas en el país, según estimaciones conservadoras de la Bolsa de Rosario.
Esta institución, junto a cámaras del sector, está preparando un trabajo para ayudar al Gobierno a realizar la compleja licitación que demandará varios meses. Por otro lado, también pidió participar en la confección de la licitación el Gobierno de Santa Fe, con el fin de garantizar que los 1.200 kilómetros de vía navegable estén listos para el aumento de la producción granaria que estiman, pasará de las 130 millones de toneladas actuales hasta 200 millones.