Amaina la tempestad que varó a la Fragata Libertad en un remoto puerto africano, pero el tifón se trasladó al interior del Edificio Libertador donde se desató una caza de brujas.
El ministro de Defensa Arturo Puricelli pasó a cobrarse las deudas generadas por los desleales en sus propias filas y exigió la renuncia de cuatro funcionarios. A los gritos, el subsecretario de Planeamiento Estratégico y Política Militar, Martín Plaza, exigió la renuncia de Luciano Anzelini, director General de Planeamiento y Estrategia. A los pocos días fue el turno de Mirta Iriondo, subsecretaria de Investigación Científica y Desarrollo.
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