El destino de Fernando Farré, uno de los casos más sangrientos de los últimos tiempos, fue decidido por jurados civiles, es decir, por un jurado popular. Las pruebas fueron suficientes para que lo declaren culpable del homicidio calificado por el vínculo y por femicidio de su esposa, Claudia Schaefer.
El jurado estaba formado por 12 vecinos del Departamento Judicial de San Isidro. Sus edades oscilaban entre los 24 y 65 años. Había amas de casa, empleados, estudiantes y varios desocupados.
Los doce jurados titulares y seis suplentes se conocieron el lunes pasado, el día de la primera audiencia. Habían sido preseleccionados 46 ciudadanos, pero después de un sorteo quedaron 18, que estuvieron en las siete audiencias. Sólo votaron los 12 titulares.
"Nuestro mayor miedo fue cuando Farré leyó la carta para sus hijos, fue un intento para conmovernos", sostuvo Norma, vecina de San Fernando de 60 años.
Cada vez que había un cuarto intermedio y querían ir al baño eran acompañados por personal policial. Lo mismo sucedía cuando iban a almorzar al bar Habeas Corpus, situado enfrente del edificio de los Tribunales de San Isidro.
Las manos de Gonzalo, el presidente del jurado, temblaban al anunciar el veredicto unánime del cuerpo tras el debate de 90 minutos que se conoció a las 15 y valió el aplauso del público, que colmó la sala de audiencias.