¿Qué decir sobre Juan Domingo Perón, acaso el argentino más influyente de la historia del siglo XX, que no se haya dicho ya? ¿Vale la pena repetir los lugares comunes de "líder fundamental y polémico que interpretó como nadie los deseos de su pueblo", de "amado y odiado por igual"?
No. Apenas se puede contar que nació ilegítimo y con el nombre de Juan Sosa, en algún lugar de la provincia de Buenos Aires entre Lobos y Roque Pérez -sigue el debate al respecto- el 7 u 8 de octubre de 1893. No fue, como consta en todos lados, en 1895: él mismo reconoció, tiempo después, que su padre no lo anotó hasta los dos años y cambió la fecha de nacimiento para evitar la multa por dejar pasar más de 30 días.
También diremos que un día frío y horrible (poco "peronista"), pero hace 34 años, murió de problemas pulmonares, agravados por su tabaquismo y por haber vuelto a la húmeda Buenos Aires y a la convulsionada Argentina. Fue despedido por millones de personas que desfilaron frente a su féretro durante doce días.
En el medio, pasó lo que ya se conoce: su carrera militar, su ascenso al poder, la revolución justicialista en el país, Evita, la caída, el largo exilio, los intentos de retorno, los enfrentamientos de un país que lo pedía a tiros y su vuelta, ya derrotado por la historia.