POLITICA

Situación abierta

Por Diana Kordon|La coalición encabezada porMacri, a pesar del vacío de contenidos de su campaña electoral, captó la necesidad de que algo se tornara diferente y tuvo la habilidad de utilizar la representación social del cambio, que se articulaba con un profundo anhelo colectivo.

Mauricio Macri, presidente electo de la Argentina.
| DyN

Con los  resultados  del ballottage ha cambiado el escenario político. En esta oportunidad el resultado electoral  no  causó  asombro. En los  próximos tiempos podremos apreciar más claramente la  direccionalidad  política, económica y social que imprima a su  accionar  el gobierno  de Macri.

Pero lo que ya resultaba  evidente durante  la campaña electoral es que  ninguno de  los  dos  candidatos  tenía  propuestas  concretas que  atendieran a  las necesidades populares insatisfechas ni presentaba un proyecto de independencia nacional. Probablemente las  medidas que  tome  Macri no sean  muy  diferentes de las  que  hubiera tomado  Scioli, aunque  se aprecien  diferencias  en  tiempos  y estilos.  

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Un rasgo relevante de la  tendencia mayoritaria del  voto es que  la opción  elegida  tiene más que  ver con la  decepción, el  malestar,  el  hartazgo respecto de más de una  década de  hegemonía kirchnerista, que con un voto  esperanzado  hacia  las promesas del candidato  electo  y  de  su alianza. Esta  tendencia  a  definir  más  en  contra  que a  favor, ya  se apreciaba  en las  últimas  semanas, en las  que  aparecía, con fuerte pregnancia emocional, la idea de que era necesario terminar  con  este ciclo.

La  coalición encabezada por Macri, a pesar del vacío de contenidos de su  campaña electoral,  captó la necesidad de que algo se tornara diferente y tuvo la habilidad de utilizar la representación  social del  cambio, que  se articulaba  con un profundo anhelo colectivo. En ese sentido, concitó la  adhesión de muchos que, en otro  contexto, jamás  lo hubieran  votado.

El voto  castigo, que  en  octubre significó una  valoración  hacia  el pasado, hacia el gobierno  de  Cristina Fernández  de  Kirchner, hoy aparece  también como  una exigencia  a futuro al candidato  electo. El enojo frente a problemas básicos irresueltos de amplios sectores populares: deterioro del nivel de vida, pésimo estado del sistema de educación y salud, creciente inseguridad vinculada a la  penetración del narcotráfico, están  a la orden  del  día  como exigencia  dirigida al el próximo  gobierno.

La falta de entusiasmo, de  enamoramiento, señala que no  se  otorgó un  cheque  en  blanco al futuro  gobierno.  En un mundo  donde  la guerra se presenta como un peligro cierto, y en un momento en el  que el mapa latinoamericano  se  complejiza  aún más, la  perspectiva de los  próximos  tiempos  no  es claramente  predecible.

En las  últimas  semanas, y a pesar de que  los dos candidatos  excluyeron activamente de  su  análisis y propuestas estos grandes problemas, en las  calles, en el  andar de la vida  cotidiana, hubo y hay un intenso debate, coincidentemente con el interés de construir  fuertes  protagonismos colectivos:

Esto plantea que es probable, o posible, que las  demandas  sociales  que  plantean el abordaje de estas cuestiones de fondo estén en la agenda  política, más allá  de los deseos  de quienes  nos  gobiernen.  Esto incluye en primer lugar, que no sean los sectores más  desposeídos  los que tengan  que pagar el ajuste,

¿Qué  podemos  esperar del próximo  gobierno?  Como  Scioli y el  gobierno kirchnerista, Macri representa sectores concentrados del poder. A lo largo de la campaña electoral, ambos candidatos manifestaban , más  allá  de la  sonrisa o la mueca, la  carencia de  un proyecto implicara los cambios necesarios para atender los  problemas de  fondo de la Argentina. La concentración económica con la  penetración de las  grandes corporaciones, la dependencia, el extractivismo, las acciones represivas, la persistente y profundizada  brecha   de la  desigualdad,  son  parte de de  la herencia kirchnerista  y Macri no marca diferencia de actitud hacia esos problemas. Los acuerdos con los grandes usureros internacionales y la  profundización  de las dependencia de las grandes potencias son parte de su proyecto.

Ante una situación abierta, no hay una predictibilidad de futuro sujeta mecánicamente a cómo se ha  votado. La participación  popular activa es una característica  de la  Argentina, y  trasciende ampliamente los mecanismos de delegación del sistema electoral. Así ha ocurrido en los últimos años con las  multitudinarias manifestaciones públicas ante  emergencias  sociales. Esta  implicación protagónica es una  voz que se hace oír cada  vez más y seguramente marcará los  próximos  tiempos. 

*Médica psiquiatra-psicoanalista. Integrante de Plataforma 2012.