La sorpresiva muerte del gobernador rionegrino, Carlos Soria, dio paso al recuerdo de sus compañeros de militancia, y quienes compartieron con él diversos momentos en su carrera pública. Todos coinciden en el pesar de su fallecimiento y una característica propia de Soria: su fuerte carácter, una constante en su ascenso político y, según trascendió, en su vida familiar.
A horas de su muerte, hay quienes lo destacan por su innata capacidad para polemizar, sin ruborizarse ni dar mayores explicaciones. Nacido en Bahía Blanca, Soria era primo del actual intendente, Gustavo Bevilacqua, y padre de Martín, intendente de General Roca. En un hecho inédito para la ciudad rionegrina, Soria dejó en diciembre de 2011 sus funciones en la intendencia y abrió paso a la gestión de su hijo Martín, actual mandatario municipal.
Con los años, se había convertido en un “histórico” del peronismo. Su padre era un activo militante del Peronismo Bonaerense, y él mismo no dudaba en definirse como “un peronista con corazón duhaldista”, en especial durante si gestión a cargo en la SIDE, hasta su acercamiento con el kirchnerismo, a través del cual logró imponerse en las últimas elecciones para la gobernación nacional, sin que por ello pesaran algunas fotografías que comenzaron a circular, vinculándolo con conexiones filo-nazi de la provincia.
Si bien llevaba años en la arena política nacional y parlamentaria, su imagen pública comenzó a crecer de la mano del poder K, aunque no dudó en enfrentarse abiertamente con algunos referentes del oficialismo, de la misma manera que se enfrentó con el matrimonio Kirchner años atrás, cuando lo acusaron de espionaje en plena campaña presidencial durante 2002.
En octubre de 2011, el entonces gobernador electo había acusado al periodista Horacio Verbitsky de “vender” compañeros durante la dictadura, en un cruce mediático que, por algún rato lo puso en el centro de la escena.
En una de sus últimas medidas antes de fin de año, trazó un complejo mapa político que deberá repasar el nuevo mandatario, Alberto Weretilneck: el pase a disponibilidad por 180 días de todos los empleados públicos, en un intento por reducir el gasto fiscal en la provincia, y la derogación de la ley anticianuro, en un guiño por demás controvertido para la industria minera en la región.