POLITICA
MURIEL BALBI, LA NOVIA DE IBARRA

“Soy una persona sensible, pero debo informar con objetividad”

La periodista conduce el noticiero de la medianoche de Canal 9.

MURIEL BALBI - NOVIA DE ANIBAL IBARRA
SeRIedad. Antes de salir al aire en el noticiero, Muriel se somete, en silencio, al maquillaje. | JUAN OBREGON

Tragó saliva y, con estudiado tono de neutralidad, presentó la noticia que había sufrido nueve horas antes, en la tarde del martes. Su pareja, Aníbal Ibarra, había sido destituida de la Jefatura de Gobierno porteño y ella, Muriel Balbi (29), enfrentaba la cámara para conducir la última edición del noticiero de Canal 9, como lo hace cada medianoche. “Me mantuve al margen del armado y la edición del informe; me limité a presentarlo”, le contó la periodista a PERFIL.

Aunque se declara “muy sensible, con pasiones y dolores”, esa tarde previa al bloque más amargo que le tocó conducir no alteró un ápice su rutina diaria, no pidió atenciones extraordinarias, no intentó influir en el tratamiento periodístico del tema –central de la agenda informativa de esa jornada– y evitó comentarios o lamentos que la pusieran en el centro de la escena entre sus compañeros. Nadie que no lo supiese podría haber siquiera sospechado de su vínculo con el personaje de la semana. Algunos destacan su “profesionalismo”; otros la juzgan “más bien fría”.

“Me mantuve al margen del armado y la edición del informe; me limité a presentarlo”

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El jueves, cerca de las 12 del mediodía, PERFIL estuvo con ella en la puerta de la casa de Ibarra, donde vive, en lo que era el borde de Villa Ortúzar y ahora es el borde del mejor valuado Parque Chas. Desde el interior de su Ford Fiesta gris metalizado y al resguardo de gafas oscuras, la chica se excusó: “No tengo nada para decir”. Fue amable, pero tajante. Aunque al día siguiente aceptó el diálogo, y las fotos, antes de salir al aire:

—Imagino que el martes no fue un día fácil para usted...

—Hablé solo con dos personas hablé sobre cómo me sentí, porque es algo muy personal, íntimo. Pasé el día sola, leyendo y trabajando desde muy temprano. Cuando a la medianoche tuve a cargo la conducción del noticiero, busqué concentrarme en mi trabajo y echar mano al profesionalismo y a la periodista que el canal y la gente esperan de mí.

—¿Se involucró en la producción de ese segmento?

—Como siempre que se tratan temas relativos a mi pareja, me mantuve al margen del armado y la edición del informe. Me limité a presentarlo de la forma más precisa y objetiva.

—Pero no le habrá resultado indiferente...

—Soy una persona muy sensible, con pasiones y dolores, como cualquier profesional. Pero los periodistas tenemos el compromiso de informar con objetividad.

Vilma, en su peor hora

Había perdido el novio, Alberto Fernández, y con él los sueños de vicejefa de Gobierno. Ahora perdió el paraguas de su hermano con poder. Y se dedicó a salvar la ropa: operó para que Jorge Telerman no echara a su gente (ver página 8). Pero siguió perdiendo amigos y ganando enemigos. El miércoles se enfureció por volantes (“¿Qué se siente Vilma... sufriste? Ahora vamos por vos”) que alfombraron el Congreso. Mañana, la zona del Parlamento podría amanecer empapelada con afiches que la tratarían de “venenosa”. La rosca porteña está a full. Y Vilma Ibarra, en su peor hora.