El acuerdo con el FMI que ingresó ayer al Congreso ratificó las subas en las tarifas de luz y gas que alcanzará a todos los usuarios y que implicaría incrementos que van del 20% y hasta 150% anual. Es decir que la segmentación que se conocía hasta ahora podría quedarse corta en pocos meses.
En el caso del servicio eléctrico, la suba homologada por el Ente Regulador de la Electricidad (Enre) llega hasta el 22%. Y para el gas de red, que concentra una tercera parte de la totalidad de su consumo en el AMBA, se confirmó un incremento plano en la tarifa de 20% para los usuarios residenciales y 15% para las pymes, según el Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas).
Sin embargo, a pesar de que el secretario de Energía, Darío Martínez, haya afirmado que este aumento en los servicios energéticos sería el único de 2022: “No queremos repetir un tarifazo ni tampoco tener las tarifas congeladas, sino que su evolución sea por debajo de la evolución de los salarios”, el contexto internacional, por su propio peso específico, posiblemente fuerce otro ajuste en el corto plazo.
Amén de la pugna que el gobierno nacional mantiene con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por las tarifas de los servicios públicos ahora se suma una revolucionada escena internacional que, conforme con la situación bélica que propuso la invasión rusa a Ucrania, presupone una inminente escasez de energía y la consecuente suba de su precio. No sería para nada descabellado prever que el reciente aumento aprobado resulte rápidamente escaso al verse absorbido por una disparada en los precios internacionales.
El dato de que el vigente ajuste tarifario se estableció por debajo del incremento del 30% que pretendía el ministro de Economía, Martín Guzmán, en el contexto de su programa de disminución de subsidios, uno de los puntos centrales del acuerdo con un FMI que reclama se avance en la disminución de los mismos, se complementa con el detalle de que Argentina, entre subsidios al consumo y la importación de energías, gastará este año alrededor de 14 mil millones de dólares. Un número que supera los vencimientos anuales y compromisos que el país mantiene con el propio Fondo.
El golpe en la tarifa eléctrica se sentirá a partir del 1° de marzo de 2022, el gobierno nacional informó a Edesur y Edenor que el valor de su tarifas media ascendía a 5.362 y 5.452 $/kWh respectivamente. Tomando como ejemplo tres hogares con consumos de energía de entre 0.2 y 1.5 kilovatios hora, correspondientes con facturas residenciales (T1R1/T1R4/T1R8), los incrementos promediaron una suba arriba del 19,3%, mientras que la factura de menor consumo alcanzó el ajuste mayor con 21,1% (fuente Edenor).
En el caso del gas, una familia tipo argentina que, estacionalidad al margen, gastaba en promedio alrededor de $ 1.500 por mes, de acuerdo con la compañía Metrogas por ejemplo, abonará mensualmente con el incremento unos $ 1.800. Lo que es equivalente a pagar 2.5 facturas más por año respecto de lo que venía ya pagando.
La primera señal respecto del gas que propala el conflicto bélico muestra que la cotización de los contratos europeos futuros se dispararon más del 60% iniciada la campaña militar, según Europa Press. Ello presupone un encarecimiento masivo de los costos energéticos, siendo que Rusia es uno de los principales proveedores de energía del mundo, y que bien podría recortar su envío de gas al resto de Europa explotando los precios internacionales.