Detrás del hallazgo, esta semana, de los restos humanos enterrados durante la dictadura en una fosa común del predio militar de Arsenal Miguel de Azcuénaga, en Tucumán, está la historia del hombre que lo posibilitó con su denuncia, hace 15 años.
El hallazgo: esqueletos de al menos 15 individuos parcialmente quemados. El hombre: Omar Eduardo Torres (61), el ex gendarme que presenció varios de esos fusilamientos y fue una pieza fundamental para que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) excavara en el lugar exacto.
Hoy el ex gendarme Torres se siente satisfecho, no sólo porque la verdad salió a la luz, sino también porque pudo demostrar ante la sociedad tucumana que el horror que él había presenciado y contado varias veces era verdad.
“Yo me enteré de que los datos que había aportado eran correctos en abril de este año, cuando se encontró la primera fosa, pero antes tuve que soportar que muchos cuestionaran mi testimonio, entre ellos el ex juez federal Mario Racedo, que mientras estuvo a cargo mandaba a excavar en los lugares que yo no le había dicho, para dejarme mal. La situación se revirtió cuando se hizo cargo el doctor Daniel Bejas”, revela Torres y vuelve a recordar el pasado para contarlo.
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