POLITICA
EL CLIMA POLITICO

Un irresponsable juego de especulaciones en las usinas del justicialismo

Con aroma debilidad, distintos sectores de todo el arco político especulan con un final anticipado del kirchnerismo.

ENSAYO. El papel de Capitanich se debilitó rápidamente.
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En los primeros días del año, el jefe del bloque de senadores oficialistas, Miguel Angel Pichetto, reunió a sus colaboradores en Río Negro y, sin que a nadie se le moviera un pelo, evaluó la posibilidad de que el gobierno de Cristina Kirchner debiera terminar anticipadamente su mandato. Analizó con sus colaboradores cuál sería el lugar conveniente para que lo encontrara semejante eventualidad, si la presidencia provisional del Senado o la jefatura del PJ. Y Pichetto está lejos de ser el único justicialista que en conversaciones reservadas echa a correr especulaciones incendiarias. Un sector del PJ practica hace semanas una competencia por ver quién pronostica el peor escenario, un pasatiempo impúdico que los deja en la frontera de la responsabilidad democrática.

El aroma de la debilidad, aquel que exacerbó las tertulias peronistas, surge de las dificultades económicas del gobierno y del mutismo de Cristina Kirchner a lo largo de los últimos cuarenta días. Los aprietos que acosan al Gobierno y la falta de reacción de su jefatura envalentonaron a los retadores. Daniel Scioli y Sergio Massa se animan a cuchichear sin miramientos y ante las cámaras en un casino de Luis Barrionuevo, el dirigente sindical que dos meses atrás auguró públicamente una “salida anticipada” del gobierno (ver página 4). El gobernador bonaerense cada vez disimula menos. Cuando la Navidad se despedía, Scioli convocó en la sede central del Banco Provincia a su equipo de comunicación y a un puñado de ministros para advertirles que “en abril es la campana de largada”. Se refería a la campaña electoral por la sucesión presidencial. Los argentinos acaban de salir de un año electoral y ya son sumergidos en una nueva contienda, aunque en el calendario real falta un año y medio para las elecciones. El mismo apresuramiento atravesó esta semana las carpas de Pinamar donde recalaron Massa y sus principales consejeros. Los operadores massistas viajan de un punto a otro del país para entrevistarse con dirigentes del PJ y la UCR a fin de sumarlos a su fuerza. A algunos los fueron a buscar a los lugares donde pasaban sus vacaciones. Por ahora tuvieron más suerte con los radicales.

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El kirchnerismo carece de candidato propio. Y la Presidenta da muestras de querer retirarse de la vorágine política cuando concluya su mandato. La Argentina necesita un sistema político con madurez suficiente como para generar transiciones ordenadas, en tiempo y forma. Sin estabilidad, el desarrollo es imposible. Pero la responsabilidad y el espíritu democrático todavía aparecen como valores menores cuando se presenta la posibilidad de apresurar los tiempos para llegar al poder. E incluso para cobrarse viejos desquites.