Madrugada del martes 31 de mayo. Un hombre y una mujer de la Policía Bonaerense suben al primer piso de la Gobernación, atraviesan al menos tres puertas y llegan al salón previo a la oficina privada de María Eugenia Vidal. Revisan papeles, abren cajones. Buscan documentación. Fueron descubiertos por el empleado de limpieza, Alejandro T. Y cuando se vieron desenmascarados, se fugaron rápidamente.
El episodio se conoció esta semana y llevó a una denuncia penal. El hecho, “intimidatorio”, según reconocieron en la Gobernación, también supuso la remoción del jefe de la custodia personal de la gobernadora, el comisario inspector Cristian Bojanovich, quien actuaba bajo las órdenes del secretario general, Fabián Perechodnik. Ahora Vidal espera que su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, elija un reemplazo de su confianza para el cargo.
El hecho ocurrió en un contexto particular: la reforma de la Policía Bonaerense, la presentación de las declaraciones juradas para los cargos jerárquicos de la fuerza y los distintos allanamientos contra organizaciones mafiosas vinculadas al narcotráfico. Además, Vidal había decidido bajar el gasto en su custodia: de los $ 80 millones que invirtió Daniel Scioli en 2015, a menos de $1 0 millones este año.
Según la denuncia, a la cual tuvo acceso PERFIL, en las “primeras horas de la mañana del martes 31 de mayo se observó presencia de personal policial uniformado, una femenina y un masculino, quienes se hallaban en el sector del escritorio de la Secretaria Privada abriendo los cajones de los escritorios y de un mueble”. Los uniformados abandonaron el lugar dejando las puertas y los cajones abiertos.
Perechodnik dejó en manos de la Justicia el listado completo del personal asignado a la custodia. Perechodnik dijo, ante la fiscalía del departamento judicial de La Plata, desconocer si faltaba algo de los cajones. El empleado de limpieza que descubrió a los intrusos, y que trabaja en la empresa Lyme, no llegó a ver si los dos efectivos habían logrado sustraer alguno de los papeles o buscaban algún documento que no encontraron.
El despacho de Vidal es relativamente pequeño, y entre una gran cantidad de vírgenes de distinto tamaño (una regalada por el padre Eusebio, su amigo desde la universidad), tiene dos puertas de ingreso. Del lado de afuera, entre ambas puertas, hay un escritorio con una computadora y papeles donde trabajan sus asesoras. Esa sala cuenta con una mesa larga con sillas y dos escritorios más. Los policías eligieron con precisión dónde hurgar. La causa está en manos de la Justicia bonaerense.
Una relación incómoda
María Eugenia Vidal tiene una larga historia con las custodias oficiales. No le gustan, se siente invadida y asegura que la obliga a “tener distancia” en cualquier recorrida como candidata o funcionaria. No bien llegó al Ministerio de Desarrollo Social porteño, en junio de 2008, en medio de las tensas reuniones con organizaciones sociales, y hasta con Sergio Schoklender, no tenía custodia personal.
Ya como vicejefa se negó a tener custodia hasta 2012, tras un intento de robo al guardia que cuidaba la cuadra de su casa de Morón. Un par de balazos pasaron cerca de su living mientras cenaba con su ex marido.
El entonces ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, la llamó y le dijo: “Dejate de joder, ahora vas a tener custodia de la Metropolitana”. Cuando alcanzó la gobernación pidió tener una custodia “mínima”. Pero aún así le exigieron que busque nueva casa.