El exdictador Jorge Rafael Videla “no desea hacer ningún comentario” con relación a las dos entrevistas que habría tenido cuando era presidente del país, en 1976, con el entonces padre Jorge Bergoglio sobre la detención de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.
Ésa fue la respuesta de Videla, que cumple prisión perpetua en la cárcel de máxima seguridad de Marcos Paz por delitos de lesa humanidad, frente a una consulta que le hice por escrito a través de los parientes de otro detenido.
"J. R. V. nos dijo que no desea hacer ningún comentario al respecto", fue la escueta contestación, también por escrito, de esos familiares.
Luego de su elección como Papa, recrudecieron las denuncias contra Bergoglio por su presunta complicidad en el secuestro y las torturas sufridas durante cinco meses por los sacerdotes Jalics y Yorio.
Los defensores del papa Francisco recordaron que en su biografía autorizada, titulada El jesuita y escrita por los periodistas Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, Bergoglio sostuvo que se entrevistó dos veces, por separado, con Videla y con el almirante Emilio Massera para averiguar y presionar por la liberación de los dos curas.
De todos modos, el propio Jalics desmintió que Bergoglio los hubiera entregado, como sostenían sus adversarios locales. Yorio murió en el año 2000.
Durante una serie de entrevistas realizadas entre octubre de 2010 y 2011 que dieron origen a mi libro Disposición Final, Videla admitió que su gobierno hizo desaparecer los cuerpos de miles de prisioneros que habían sido muertos en forma sumaria “para no provocar protestas dentro y fuera del país”.
También sostuvo que a la Iglesia “le sobraba comprensión” hacia su gobierno. Y que incluso luego de la matanza de tres curas y dos seminaristas palotinos en el barrio de Belgrano, en la Capital Federal, si bien dio a conocer "un fuerte documento, no amenazó con excomulgarnos ni con cosas por el estilo".
Videla es católico, reza el Rosario todos los días y asiste a misa y comulga los domingos. Está convencido de que Dios siempre lo guió y que nunca le soltó la mano, ni siquiera ahora que está en prisión, donde se considera un preso político debido a su triunfo en “la guerra contra la subversión”.
“Me ha tocado transitar un tramo muy sinuoso, muy abrupto, del camino, pero estas sinuosidades me están perfeccionando a los ojos de Dios, con vistas a mi salvación eterna”, afirmó.
(*) Editor ejecutivo de la revista Fortuna, especial para Perfil.com.