Fernando Migliaccio da Silva (48) era el encargado de gestionar los pagos de sobornos a políticos brasileños y extranjeros. Funcionarios desde Argentina hasta Angola. Desde el publicista de Lula da Silva, João Santana, hasta los directivos de Petrobras. Todas las gestiones de coimas tenían como objetivo conseguir obras públicas para la constructora Odebrecht, en Brasil y en otros once países, de acuerdo a los documentos de la Policía Federal de Brasil y a los testimonios de seis ejecutivos de la compañía arrepentidos ante los Estados Unidos, a los que accedió PERFIL.
Migliaccio dejó Brasil en junio de 2015, tras la detención de su jefe, Marcelo Odebrecht. En febrero pasado, Migliaccio fue detenido en Suiza mientras intentaba cerrar una cuenta bancaria y transferir los activos.
Su centro de operaciones era la División de Operaciones Estructuradas, el nombre formal del departamento de coimas de Odebrecht. Se manejaba en San Pablo, pero viajaba asiduamente por los países donde Odebrecht debía negociar en la oscuridad. Su nombre clave en la organización era “Waterloo”. Fue uno de los ejecutivos que impuso el uso de un sistema de comunicación cifrado y una contabilidad tabicada con medidas de seguridad a través de softwares.
A pesar de sus esfuerzos, la Justicia de Brasil consiguió que Microsoft le entregara parte de sus mails. Migliaccio participó de la gestión para destrabar un sospechoso pago a Manuel Vázquez, testaferro y asesor del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime. En febrero de 2010, Vázquez reclamó al representante de Odebrecht en Buenos Aires, Mauricio Couri Ribeiro, el pago de US$ 80 mil. Para los investigadores brasileños, se trata de una coima en el marco del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Vázquez estaba enojado porque el dinero no llegaba. “Estimado Mauricio, en el extracto de la cuenta no existe ese depósito”, escribió. “Todo este proceso es vergonzoso”, agregó.
Ante la falta de pagos, Ribeiro acudió al hombre que podía destrabar el problema: Fernando Migliaccio. El 23 de marzo de 2010, Migliaccio respondió a los pedidos de su colega en Buenos Aires. “Querido Mauricio. Ya tengo la respuesta de mi banco para su socio. No me gustaría mandar este material por este mail. Tenés algún otro, por favor. Te busqué varias veces en el día para explicarte la estrategia que pensamos para solucionar este problema”. Ribeiro le respondió a los 20 minutos: “Estoy en el teléfono negro con otra persona. Te llamo cuando termino”. Los mails constan en la causa de Brasil.
El dinero para Vázquez fue transferido desde la offshore Klienfeld a otra offshore, Pribont. El ejecutivo Luiz Augusto Franca declaró que Klienfeld era la principal vía para realizar los pagos ilegales. Migliaccio transfería el dinero de la offshore hacia las cuentas offshore que manejaba uno de sus socios. “Nunca al destinatario final”, contó Vinicius Bogarin, otro de los arrepentidos. La offshore llegó a tener US$ 15 millones en una cuenta en el banco Antigua Overseas Bank (OAB). En 2010, el banco empezó a tener problemas de liquidez, justamente cuando Vázquez reclamó tener problemas con su depósito. En octubre de 2010, Odebrecht debió migrar las cuentas de sus offshore y les encargó a Migliaccio y a sus colegas que compraran las acciones de otro banco: Meinl Bank Antigua.
Maria Luiza Guimaraes Tavares, una de las secretarias de la División de Operaciones Estructuradas, declaró que se encargaba de los pagos a brasileños y que su compañera Angela Palmeira era la responsable de las operaciones en el exterior. Trabajaban en la misma sala y recibían órdenes de Migliaccio. “Era quien me autorizaba a incluir un pago en la agenda”. La mujer contó en Brasil que “algunos pagos de sobornos los hacía Fernando en nombre del ‘jefe’, por Marcelo Odebrecht”. Maria Luiza tenía una agenda semanal de pagos de coimas. En las planillas, los nombres de los destinatarios finales de sobornos se anotaban con sobrenombres o “codinomes” utilizados por Migliaccio.