PROTAGONISTAS
Disney vs. Disney

Abigail Disney muestra la otra cara de la empresa

Su abuelo y Walt Disney fundaron la mítica compañía cuyo presente ella retrata en El sueño americano y otros cuentos de hadas.

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Frontal. Abigail es crítica de los dos últimos CEO’s: Bob Chapek y Bob Iger. | shutterstock

No es la primera vez que Abigail Disney habla sobre lo que ella considera la desigualdad creciente en la sociedad que más conoce, la de su país, Estados Unidos. Pero esta vez lo hace de una manera diferente, a través del imperio del entretenimiento  creado por Walt y Roy Disney, su tío abuelo y su abuelo respectivamente. Incluso su propio padre, también llamado Roy fue directivo de la compañía hasta su muerte. Ella es, quizá, de la familia cuyo apellido no requiere demasiada presentación, la de más alto perfil y mayor actividad en redes sociales. Uno de los motivos también es porque integra el grupo de millonarios que en Estados Unidos impulsan hace unos años, la campaña “Tax the rich” que propone que los integrantes de esa mínima porción de altos ingresos paguen más impuestos, y en algunos, que se los castigue si no pagan los que legalmente les corresponde y evaden usando vericuetos legales que el mismo sistema norteamericano habilita si se tienen buenos abogados o contadores.  

Sueño. Esta vez, Abigail Disney, casada y madre de cuatro hijos, pasó de las redes y entrevistas al universo audiovisual. Y hace unos días presentó en el Festival de Cine de Sundance The American Dream and Other Fairy Tales (El sueño americano y otros cuentos de hadas), un documental que filmó junto a Kathleen Hughes. “De una u otra manera me involucré en el tema de la desigualdad social en toda mi vida adulta; también estuve sentada en primera fila viendo cómo cambiaron las cosas desde que Reagan asumió la presidencia hasta hoy en día”, explicó Abigail en la previa del estreno. “Y sentí que no había mejor escenario para contar esta historia que a través de Disney, compañía que conozco desde mi infancia, y que además, refleja cada cambio que se dio y da  en la sociedad norteamericana desde hace cien años. (…) Lo que traigo con esto  es un recuerdo personal de mi abuelo de los años 60 y principio de los 70. La clase de CEO que él era, cómo saludaba a las personas que trabajaban con él, cómo los entendía como parte de un equipo y no como meros engranajes de una máquina”.  Ambas, Disney y Hughes exhiben lo que para ellas  “se evaporó”, es decir, ese marketinero ideal de “sueño americano” que fue “la promesa de nuestro país para sus habitantes”, explicaron. El puntapié para “pintar su aldea y así su mundo” en formato audiovisual se dio en 2018. Ese año, vía Facebook, Abigail Disney recibió un mensaje de un empleado de la compañía familiar que le pedía ayuda para lograr una mejora salarial. Lejos de limitarse a responder fue a verlo en persona a él y luego a otros para así descubrir que muchos de ellos que “trabajaban en el lugar más feliz del mundo” vivían en motorhomes o dependían de los bancos de alimentos para dar de comer a sus familias. En contraposición Bob Iger, por entonces CEO de Disney, ya ingresaba a la lista Forbes como un supermillonario. 

Disney vs. Disney. Por sugerencia de sus abogados, Abigail se comunicó con los directivos de Disney casi al final de la filmación, cuando ya tenían casi todo el material necesario. Primero hubo silencio y después una respuesta escrita donde le señalaban “el por qué todo estaba bien (en la empresa) y que no deberíamos molestarlos”, dijo Abigail en un reportaje. Si con Bob Iger ya ella había tenido cuestionamientos públicos respecto a su salario y los bonos millonarios que recibió en sus años como CEO, con su reemplazante, Bob Chapek, sus comentarios siguen ese mismo tono. “Chapek fue quien presidió todos los cambios en Disneyland y Disney World de los que hablo en la película”, detalló Abigail. “Lo que llaman ‘programación dinámica’, es un eufemismo que esconde mecanismos, para por ejemplo, evitar que algunos empleados tengan un segundo trabajo que les permitan sumar las horas necesarias para calificar para atención médica. O achicar un departamento de 250 a doscientas personas y exigirle hacer el mismo trabajo en la misma cantidad de horas.”

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