La apuesta de radicarse en España como base para ampliar su trabajo como cineasta y productora tuvo un comienzo mediáticamente accidentado. Y sobre todo sorpresivo. Una información publicada en Argentina y que a ella le llegó por mensaje de Whatsapp de sus amigos porteños terminó luego replicada como noticia en diversos medios, en especial, online en España como verdadera. Desde sitios de izquierda hasta la glamorosa Vanity Fair española se hicieron eco de un dato que publicó un medio argentino acerca de que ella, Agustina Macri, había comprado para su padre, mujer e hijas, una propiedad en Madrid para que él se instale después de diciembre de 2019. Era la primera vez que se metían con ella para apuntar de esa manera a su padre.
Al principio no le dio mucha importancia, pero la réplica en los medios hizo que su instalación en Madrid –no hace ni cuatro meses de su llegada– no fuera lo discreta que Agustina esperaba.
Pero, ciudad cosmopolita al fin, ella puede moverse casi con la misma tranquilidad de pasar desapercibida –y aún más– que lo hacía en Buenos Aires. Y así terminar de instalarse en lo que ahora es su nueva ciudad y volverá de vez en cuando a la Argentina. Y si algo le faltaba para terminar de olvidar la bronca que le produjo lo antes mencionado, eso se dio hace unos días: Agustina logró el premio mayor por Soledad en el Festival de Cine de Barcelona-Sant Jordi.
Estrenada en Argentina en 2018 y tras un discreto paso por las salas porteñas, su ópera prima sigue su recorrido por festivales internacionales como el certamen catalán.
El mismo busca títulos internacionales relacionados en un sentido amplio con la literatura y la historia. Y en base a este criterio la programación de la Sección Oficial –donde compitió Soledad– está dedicada, de manera preferente, a las adaptaciones de obras literarias, las producciones con trasfondo histórico y los films biográficos.
Ansiedad. Ahora Agustina está expectante por una presentación que tiene una carga emocional diferente. Y será el lanzamiento en junio del film en Italia, donde transcurre ese cambio de Soledad Rosas que ella quiso reflejar en la película. El pasaje de esa joven palermitana de clase media que terminó convertida en un ícono de la lucha anarquista en Italia.
Ya durante el rodaje Agustina y su equipo tuvieron que sortear embates de quienes sentían que se estaba haciendo un uso comercial de Soledad. Ello llevó a que incluso tuvieran que cambiar de locación o hacerlo extremando la seguridad.