Ruth Morton, una mujer uruguaya de 97 años, confesó que en 1983 trabajó para el ejército británico durante la Guerra de Malvinas. Su trabajo era espiar los submarinos argentinos en la base naval de Mar del Plata oculta en un edificio en ruinas desde donde podía ver todo lo que pasaba, con una prudencial distancia de cientos de metros.
La anciana le contó su historia completa al periodista Graham Bound para el podcast BBC Outlook. “Yo acostumbraba decir que era inglesa”, reconoció Morton, que tiene ascendencia escocesa y británica, remarcando que, durante toda su infancia, le dijeron que solo debía relacionarse con los inmigrantes británicos.
Su padre se llamaba Eddie y era empresario, su madre se llamaba Margaret y era enfermera. Ruth además tenía dos hermanas mayores, Rose Lily y Miriam.

Eddie trabajaba en las Oficinas Centrales del Ferrocarril de Montevideo, una empresa que servía como fachada a la Inteligencia británica en Uruguay durante la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, el equipo de ocho personas que espiaba para los ingleses desde Montevideo celebraban sus reuniones en el café “Oro del Rin”, una paradoja porque el nombre hace referencia a una de las óperas más famosas de Richard Wagner, el compositor favorito de Adolf Hitler.
Cuando el ejército alemán había invadido Varsovia el 1 de septiembre de 1939, Eddie hizo que sus dos hijas mayores interceptaran mensajes y luego se encargaran de traducirlos y transcribirlos. En ese entonces Ruth tenía apenas 11 años.
Para 1983, la contadora de la embajada británica en Montevideo llamó a Ruth, que ya tenía más de 50 años, estaba casada y tenía una hija, para que espiara la base naval de Mar del Plata. Su jefa sería su hermana. Le explicaron que la habían elegido porque era la “menos sospechosa” de toda su familia.
Morton explicó que su tarea “era vigilar los movimientos de tres submarinos”, haciendo referencia al ARA San Luis, ARA Santa Fe y ARA Santiago del Estero. Una mujer que usaba como alias el nombre “Claire” supervisaba todo su trabajo desde Montevideo.
Para realizar su tarea de espionaje, Ruth usaba el agujero que encontró debajo de un edificio en ruinas desde donde podía espiar todo lo que ocurría en la base sin poner en riesgo su vida. De acuerdo a su descripción, se trataba de un sitio lleno de arena “sucio y muy incómodo al no haber espacio. Ni siquiera me podía sentar. Me salieron ampollas en los codos y las rodillas de tanto arrastrarme, pero luego me acostumbré”.
Según su relato, en ese lugar "se hizo amiga" de un carpincho que describió como viejo y que olía mal, pero era “sociable y muy amigable” hasta que, un día, dispararon desde un barco y lo mataron, al pegarle justo entre los ojos. De acuerdo a Ruth, el animal le salvó la vida al evitar que el proyectil impactara en ella.
Respecto a su tarea a su trabajo para transmitir los datos obtenidos, reveló que, una vez que juntaba información sobre los movimientos realizados por los submarinos, tomaba dos colectivos que la dejaban en un teléfono público, desde donde llamaba a un contacto argentino que le facilitaba un segundo número al que debía telefonear para hablar con otra persona, siempre distinta y siempre con acento inglés.
A medida que la guerra se intensificó, la mujer dejó de recibir dinero de la inteligencia británica y, para sobrevivir, según su relato, comenzó a vender con mucho éxito gorros con la inscripción “Mar del Plata”.
Su trabajo de espía terminó con el asesinato del carpincho. Su jefa “Claire” le ordenó irse de Argentina. Posteriormente, como reconocimiento a su desempeño, el ejército británico le dio un bol de plata y un diploma, lo que la molestó, remarcó, porque no esperaba ningún premio por su trabajo al considerar que solo estaba haciendo "lo correcto".
La Guerra de Malvinas
El conflicto comenzó el 2 de abril de 1982, cuando tropas de Infantería de Marina y Comandos Anfibios de la Armada Argentina (liderada por la última dictadura militar) desembarcaron en las islas Malvinas. Al día siguiente, ocuparon las islas Georgias del Sur. Por su parte, Inglaterra, que ocupaba ilegítimamente las islas desde 1833, reaccionó rápidamente, enviando una gran fuerza naval el 5 de abril.
La guerra duró 74 días y finalizó con la rendición argentina el 14 de junio, haciendo que las islas volvieran a quedar bajo dominio británico. Durante los enfrentamientos murieron 3 isleños civiles, 255 militares británicos y 649 argentinos. La victoria inglesa aceleró la caída de la dictadura cívico-militar argentina y permitió que la criminal de guerra Margaret Thatcher, conocida por su apodo de "la dama de hierro", fuera reelecta en 1983.

Mientras el Reino Unido rechaza las negociaciones invocando un pretendido derecho a la autodeterminación por parte de la implantada población de las Islas, que es inaplicable al caso de claro enclave colonial, y ha sido reiteradamente rechazada por las Naciones Unidas, Argentina sostiene su pedido de soberanía como una cuestión de integridad territorial de la plataforma continental argentina.
HM/ML