La rueda tiene que volver a girar como antes para motorizar una economía global que la pandemia afectó de manera más que preocupante. Y hay algunos eventos mediáticos que forman parte de esa maquinaria que, como en el caso de la moda, mueve miles de millones de dinero. En Nueva York, el Consejo de Diseñadores de la Moda de Estados Unidos (CFDA según sus siglas en inglés) armó su ceremonia anual –suspendida en 2020– para entregar sus “Oscar”, por decirlo de algún modo. Incluso el trofeo que reciben los ganadores es algo similar y las respectivas alfombras rojas de ambos también se asemejan en cuanto a invitados.
En este tranquilo regreso a la nueva normalidad, ese consejo rindió homenaje no solo a aquellos profesionales que se destacaron en la industria de la moda en el último año, sino además a quienes aportaron a su innovación según la mirada de los anfitriones. Y fue en una de la categorías que Anya Taylor-Joy se consagró como “el rostro del año”. Un galardón que potencia también su imagen como actriz. Si el jurado de la moda cree que el rostro de esta argentina-norteamericana es destacable, es porque en un punto Anya es de esas personas “que la cámara ama”, como dicen muchas veces los fotógrafos y directores de cine. Es decir, tiene un magnetismo que va un poco más allá de los patrones de belleza. “Voy a presentar a una mujer que este año no solo cautivó con su original belleza”, dijo la modelo Cara Delenvigne antes de entregarle el premio a Anya Taylor-Joy. “Sino porque con cada parpadeo o mirada tiene la habilidad de contar una historia. Después de sus actuaciones este año, ella es algo más que una cara inolvidable, es una que además hizo que se activara el envío de miles de juegos de ajedrez”.
