Hace ocho años, Julián De Luca pasaba sus días trabajando como vendedor ambulante y arriba de una camioneta que tenía que ponerle agua al radiador dos veces para llegar a su destino, mientras repartía muebles para un distribuidor. Hoy, a sus 31 años, se trata de un empresario que vive en Puerto Madero, en su tiempo libre estudia un nuevo idioma, tiene una rutina que cumple a rajatabla en el gimnasio y a pesar de tener una atareada agenda busca recuperar el tiempo socializando, algo que nunca había podido hacer hasta ahora. Parte de ello es el tiempo y dinero que invierte en ayudar a quienes más lo necesitan. Y su pasado es el que le da energía para ello.
No olvidar sus orígenes: la referencia en la filantropía
El joven emprendedor contó qué fue lo que hizo cuando ganó su primer monto grande de dinero: “Cuando empecé trabajando hacía fletes y me moría de calor dentro de la camioneta y los veranos eran interminables por trabajar 12 horas al día. Una de las primeras acciones que realicé cuando gané mi primer monto grande de dinero fue donar un porcentaje de lo adquirido, porque sé que había gente ahí afuera pasando el dolor que pasé yo, con el frío, el calor, el hambre y la sed”, contó a PERFIL.
Asimismo, eso lo llevó a involucrarse más y más, hasta a participar de voluntariados y acciones con organizaciones benéficas: “Ser filántropo implica contribuir con tiempo, dinero o recursos a causas y organizaciones que buscan mejorar la vida de las personas y la sociedad en general. Algunas de mis formas de ser filántropo incluyen realizar donaciones económicas a organizaciones benéficas. A mi parecer, es una forma fácil y directa de apoyar a las causas que importan en la sociedad que vivimos hoy en día. También participé en varios voluntariados con los colegas con los que trabajamos en los que tuvimos que dedicar tiempo a organizaciones benéficas y así las acciones que logramos tengan un impacto significativo y positivo sobre la gente que más lo necesitaba. La acción donde más donaciones hice fue en el territorio de Luján durante las fuertes inundaciones que sufrieron en el año 2015”.
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Para De Luca, ser filántropo no es sólo donar dinero: “Es importante también tener en cuenta que la filantropía no es sólo sobre dar dinero, es también ser consciente de las necesidades y prioridades de la comunidad y trabajar en colaboración con organizaciones y líderes comunitarios para lograr un impacto significativo”.
“Creo que también en mis futuras actividades como filántropo voy a invertir en empresas y fondos que promuevan prácticas sostenibles y responsables, estas también pueden ayudar a mejorar la sociedad y el medio ambiente”, concluyó.
De hacer envíos para una mueblería de barrio a empresario, cómo empezó todo
“¿Por qué distribuir lo de un tercero si puedo distribuir mi propio producto?”, recuerda, en diálogo con este portal, lo que pensó De Luca cuando ya había ahorrado un poquito y tenía en mente un proyecto que hoy se llama Todo Muebles y tiene tres sucursales en Buenos Aires, casi un millón de seguidores en Instagram y representa una de las mueblerías más importantes del país. Tiempo después, comprendió que podía fabricar sus propios artículos, publicarlos en grupos de Facebook y distribuirlos personalmente.
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Tras un período de crecimiento sostenido, el nivel de demanda de los muebles lo empujó a abrir su primera tienda física en la ciudad de Merlo, Buenos Aires. Él se encargaba del diseño, fabricación y distribución, mientras que su madre se ocupaba de la atención al cliente.
“Me propuse que cada peso de ahorro lo reinvertiría. Tal es así, que hoy, tengo dos locales a la calle, un depósito, una flota de distribución y una estructura de ventas online”, detalló el joven de 31 años.
“Tenía el objetivo claro y sabía cómo lograrlo, con esfuerzo y perseverancia sabía que podía ser dueño de un negocio exitoso, por más que no tenía el capital suficiente, confiaba en mi instinto. Sabía que tenía que resignar todo mi tiempo para abocarse a crear mi marca y darle un sello de distinción, y así lo logré, a base de resignar temporalmente aspectos de mi vida personal”, agregó, y aunque no se arrepiente de ello, hoy recién reconoce que comenzó a recuperar los aspectos sociales que no pudo desarrollar en su vida.
Instagram y el comercio electrónico, la clave del éxito
El enfoque de De Luca fue bien agresivo en publicidad y especialmente a través de la red social Instagram: Tan es así que, teniendo en cuenta que sus locales físicos realizan alrededor de 12 ventas al día, en las redes sociales la cifra se cuadruplica.
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“La venta en sí misma no es lo que persigo, sino el cómo y quién demanda. La red social Instagram de la marca tiene más de 1 millón de seguidores, pero detrás de cada seguidor hay una persona, y mi política es saber qué quiere cada uno. Por ese motivo tengo una estrategia de segmentación de los seguidores para poder saber qué refleja la demanda. El único factor común que individualizo es que el público está cansado que ante los vaivenes de este país impacten en su bolsillo, y tengo claro que para vender más y satisfacer necesidad hay que entender y empatizar con el público, por eso soy reacio a trasladar constantemente los incrementos de precio al público, trato de hacerlo en lo mínimo posible; ganar menos por unidad, pero más por volumen”, explicó.
Y agregó que “plataformas como Instagram brindan servicios de publicidad para difusión que, si se aplican correctamente a mercados debidamente segmentados, pueden generar una baja del costo en la cadena de venta que me permite mantener precios más competitivos, en plazos estables de tiempo”.
En ese sentido, para De Luca cada seguidor es más que un perfil: es un “conjunto de datos” con el que se puede predecir una conducta de consumo y en base a ello planificar una política de fabricación o stock.
“Tengo una política agresiva de inversión en publicidad, pero basada en la segmentación de los seguidores. Eso conlleva a su vez un departamento de redes de mercadotecnia propio y fijo que tengo en la empresa. Digamos que es una ecuación en la que trato de despejar las variables para saber qué fabricar con antelación y para hacer que el cliente con el celular, en cualquier momento de su día, con solo unos minutos pueda comprar lo que quiere, sin perder tiempo”, desarrolla.
Aún así, la venta a través de redes sociales también presenta algunos inconvenientes. Son muchas las cuentas falsas que, aprovechando el volumen de seguidores de la compañía, estafan a los usuarios utilizando las fotos y datos de la empresa.
“Se van actualizando como un virus y hasta recibo amenazas mediante estas cuentas, inclusive de presuntos reclusos que dicen saber dónde está mi oficina y amenazan con robarme. Como todo negocio al crecer requiere de actividades de actualización constante. El uso y entendimiento de las redes, no es la excepción. Por esta razón estoy invirtiendo en ciberseguridad”, precisó De Luca.
JD / ED