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el #metoo argentino

Efecto Thelma: más famosas revelan situaciones de abuso

María del Cerro se quebró en ShowMatch y contó lo que vivió a los 11 años. Eva De Dominici relató un episodio de acoso que sufrió a los 16. Fernanda Iglesias denunció públicamente a Roberto Pettinato.

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Abrazo. A Del Cerro la contienen las mujeres de ShowMatch después de decir qué abuso sufrió. | cedoc

Una actriz joven, desde un escenario y rodeada por un grupo de actrices, abrió el martes  último una compuerta que sacudió no solo al ambiente artístico sino a la sociedad toda. En esa sala del Multiteatro, Thelma Fardin dio a conocer la historia de la violación que sufrió a los 16 en un cuarto de hotel en Nicaragua por parte de Juan Darthés en el cierre de una gira de Patito Feo, la serie de televisiva cuyo éxito masivo se replicó en las presentaciones que realizaron por el exterior.

La potencia de lo sucedido el martes da cuenta de un “efecto Thelma” que se tradujo en un aumento ostensible de denuncias telefónicas en las dependencias correspondientes, en ubicar el tema de abusos sexuales en todos los medios  de comunicación y en animar a otras, en este caso también  famosas, a relatar situaciones similares. Una de ellas fue María del Cerro, quien de manera inesperada y después de bailar en la pista de ShowMatch relató: “Fueron días muy difíciles para mí. Después de que pasó lo de Thelma (Fardin), ayer, 22 años después, me animé a contar que a los 11 años sufrí un abuso sexual. (...) Me parece que soy responsable de poder hablarles a todas las mujeres. Es momento de que todas las mujeres lo digan para que no pase nunca más”. En el piso, solo Meme Bouquet, pareja de  Del Cerro, sabía lo que la modelo iba a relatar. El semblante de Marcelo Tinelli denotó sorpresa, y las lágrimas de las mujeres de ShowMatch se transformaron en un abrazo colectivo a Del Cerro. “Mery lo soltó ayer  (jueves) después de lo mucho que le costó, pero no quiere ser centro del tema ni mucho menos”, explicó Meme a PERFIL al ser consultado por este tema.

Efecto en cadena. Y Eva De Dominici sumó un capítulo más al “efecto Thelma”. Primero se disculpó en público con Calu Rivero por no haber creído en ella cuando denunció a Darthés y ayer subió un video donde relató cómo un director de cine (cuyo nombre no dio) que le había dado un protagónico había querido seducirla, hacerla ingerir droga y pedirle fotografiar sus senos para ver cómo daban en cámara, además de llamarla luego a deshoras con altibajos emocionales. Ella tenía 16 años, como Thelma. Nunca les contó eso a sus padres “porque tenía miedo de que armen un quilombo fatal y perder mi trabajo. (...) Naturalicé el abuso de poder de un adulto hacia una menor en un ámbito laboral, naturalicé el acoso y el maltrato”, dice De Dominici en el video.

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A media tarde de ayer la periodista Fernanda Iglesias  hizo público una incómoda situación que vivió con Roberto Pettinato cuando trabajaban juntos en Un mundo perfecto. “Fue en 2009, entré a un camarín porque él me llamó para hablar, porque encima es simpático y hasta una llega a admirarlo.(...) Se masturbó delante mío; quedé paralizada, me reí de manera nerviosa, y me fui”.

 


 

Los medios como receptores de la vida privada

Estamos lejos de saber qué va a pasar a nivel social y en cada caso individual este proceso que hace públicas cuestiones que habían sido preservadas en la intimidad. Ni siquiera sabemos tampoco si los cambios sociales fueron empujados por la suma de estas decisiones individuales, o esta posibilidad de expresar lo silenciado fue propiciada por lentas pero consistentes transformaciones generacionales.

Los medios masivos eran espacios de lo público y solo recientemente empezaron a ser receptores de la vida privada, incluso antes que las redes sociales. Algunos  visionarios, como Zigmunt Bauman, empezaron a reflexionar sobre los géneros de la telerrealidad y por qué eran elegidos para desvelar intimidades. Pero es probable que aquellas reflexiones para participantes de un reality show no sean extensibles a las personalidades públicas, más expuestas por esa condición tanto a apoyos como juzgamientos.

Todavía no hay suficientes estudios sobre los efectos psicológicos y sociales de compartir acusaciones y confesiones personales en medios masivos y en redes sociales. Sabemos que la conversación pública que estas acusaciones han impulsado ayuda a informarse más, a buscar orientación para actuar de manera más contenida y comprensiva que en el pasado. También ha impulsado políticas de Estado durante mucho tiempo postergadas. Pero los procesos personales no siguen las reglas de la publicidad de los procesos sociales y cualquier conclusión al respecto es por lo menos apresurada aunque sea bien intencionada.n

*Adriana  Amado. Analista de medios.