Durante mi primer trabajo llegué de cadete a presidente en una década. Cuando por fin me senté al frente de la mesa de directorio sentí un orgullo difícil de explicar, en especial porque venía de una familia humilde, tanto que dormí en cuna hasta los 9 años; sí, casi la mitad del cuerpo
quedaba afuera. Mientras “paseaba por las nubes”, el dueño de la empresa dijo algo que bien podría aplicarse a Diego Maradona: “En realidad, la gente como vos nunca asciende, sólo suma cargos”. Puede parecer agresivo, pero se trató de un consejo. Quienes partimos de cero mezclamos mundos, lugares y personas en un batido incomprensible a los ojos de los demás.
Un día estás dando conferencias en Europa; otro, en una villa para saludar a la tía Estela. Ni les cuento la mezcolanza que fue mi casamiento, con gente de doble apellido sentada junto a otra que había “diseñado” sus vestidos en la modista del barrio. Claro que soy un simple publicitario al que le fue bien; piensen en un Maradona que logró convertirse en el futbolista más famoso del planeta.
La secuencia de fotos que grafica su arribo al país es sólo un muestrario de las complejidades que lo atraviesan. Imposible que procese todos los “cargos” que va sumando, y que en su caso no paran de acumularse y dispensarle glorias; él avanza como puede a través de las múltiples
vidas que porta. Los otros, incluso sus mujeres son muestrarios de esas capas geológicas de las que no quiere desembarazarse. Semejante fragmentación hace que en un mismo movimiento se saque fotos con fans al tiempo que insulta a alguien.
¿Cómo saber cuál es el Maradona que se activa segundo a segundo? A simple vista su conducta indigna, pero deberíamos recordar algo: está así, justamente, por no resignar nada. Como nos pasa a muchos, pudo haber cortado a cuchillo su propia historia, despojarse de peso para volar mejor y más seguro, lejos de las miserias que lo acunaron. Sin embargo eligió subirse al globo aerostático con todos y todas. La imagen caótica desconcierta; del Globo en cuestión entran y salen personas, lugares, conductas insólitas y enojos. Al mismo tiempo es un acto de generosidad que pocos podemos entender y valorar. Aquellos que no tenemos sus alas debemos ir largando lastre, ordenando nuestra existencia para que el vuelo siga, y aunque lucimos mejor orientados, nuestra ruta siempre va a ser más mediocre que la de él, quien a pesar de los espantos que exhibe en los medios, tiene la fuerza necesaria como para volar con todo su universo a cuestas. Puede que en la faena dañe a alguien; cuando cierre los ojos morirá sin la culpa de haber despejado el pasado de “malezas”. Al fin del día, Diego no llegó a ninguna parte, sale a volar con la mochila recargada, igual que un chico de colegio que, al mismo tiempo, cursa primaria, secundaria y universidad. Es su karma y lo lleva según puede.
*Filósofo y publicista.