Retrotraer la escena al momento de la muerte. Esa será una de las principales misiones del equipo especial de fiscales conformado para investigar el deceso de Natacha Jaitt, la modelo y conductora envuelta en causas judiciales y escándalos mediáticos.
El objetivo será conocer si el cuerpo fue movido del lugar donde se lo encontró y si la escena fue alterada. Algunos elementos o la ausencia de ellos podrían llevar a los detectives hacia esa dirección, una hipótesis que sostiene la familia y los amigos de Jaitt desde el inicio del caso. “Parece armado”, dijo a PERFIL Alejandro Cipolla, abogado de Jaitt, sobre la escena en la que se encontró el cuerpo. “Hay muchas preguntas por responder”, agregó.
“AVISO: No me voy a suicidar, no me voy a pasar de merca y ahogar en una bañera, no me voy a pegar ningún tiro, así que si eso pasa, NO, NO FUI. Guarden tuit”. La publicación en su cuenta de Twitter, el 5 de abril pasado, es tomada en cuenta por los investigadores.
Pese a que aún restan las pericias que confirmarán la causal de muerte, los médicos que realizaron la necropsia indicaron que se trató de una “falla multiorgánica”, presuntamente a causa del consumo de cocaína. Y constataron que no se encontraron signos de golpes ni violencia.
Dentro del grupo de fiscales, se encuentra Diego Callegari, de la Fiscalía de Violencia de Género de Tigre, un indicador de que la investigación judicial no descarta aún ninguna hipótesis. Completan el equipo Sebastián Fitipaldi y Cosme Irribarren.
La escena. Todo comenzó ayer a la 1.49 de la madrugada, cuando un llamado al 911 alertó a la policía sobre una persona desvanecida en la calle Isla Verde de Villa La Ñata, en Benavídez. Cuando la policía llegó al lugar, una quinta acondicionada como salón de fiestas bajo el nombre de Complejo Xanadú, se entrevistaron con los dos hombres que dieron el aviso: Guillermo Rigoni –dueño de la propiedad– y Raúl Velaztiqui Duarte, un productor paraguayo, amigo de la conductora (ver recuadro). Ambos indicaron a los efectivos el camino hacia una habitación de paredes blancas y cortinas negras. Jaitt yacía muerta sobre un sommier de dos plazas. A uno de sus lados, una toalla; del otro, un cubrecama y, en el piso, sus zapatos de plataforma. Estaba desnuda. Poco después, una médica del Servicio de Emergencia de Tigre (SET) constató la muerte.
Según señalaron en la escena a la policía, Jaitt había acudido al salón junto al productor, para tener una reunión con el dueño para realizar “distintos tipos de eventos”. Sus allegados indicaron que ella ya se había reunido en tres oportunidades con Velaztiqui por ese asunto, en lugares públicos y “en un contexto familiar”, otra razón por la que sospechan que se trató de un crimen.
El fiscal Sebastián Fitipaldi no pasó por alto que, antes de que llegara la policía, otras tres personas salieron del complejo, quienes quedaron registradas por las cámaras de seguridad del salón. Las imágenes, que fueron secuestradas, mostraron a dos hombres de 44 y 45 años –el primero de ellos, estadounidense), y una chica de 19 años, que fueron identificados y trasladados al destacamento de Villa La Ñata para declarar como testigos. No quisieron, esperarán a contar con abogados para hacerlo.
En el registro fílmico, se observa a uno de ellos arrojar algo en una zanja. Era cocaína, la misma sustancia que los pesquisas encontraron en las fosas nasales de Jaitt y en el domicilio de uno de los hombres que escapó de la escena, conocido como “el Gordo”. La droga estaba en una riñonera que fue incautada por orden de Fitipaldi. Los peritos tomaron muestras para conocer si hay coincidencia entre las tres muestras. Por otro lado, esperan que las pericias al celular de Jaitt develen los motivos por los que asistió al complejo Xanadú.
El celular fue hallado en el auto Fiat Strada de Velaztiqui, con quien ella llegó al lugar. Los peritos buscarán en llamadas entrantes, salientes, mensajes, archivos y redes sociales certezas de lo ocurrido previo a la muerte. También quedan por verificar más imágenes registradras por las 24 cámaras del lugar.
Combinación peligrosa
Por Verónica Figueroa
Los efectos de las drogas sobre el sistema cardiovascular son bien conocidos: el consumo de cocaína sumado a la ingesta de alcohol triplica el riesgo de sufrir una muerte súbita. “La cocaína primero tiene el efecto de elevar la presión arterial casi un 30% al instante. Pero aparte de eso, contrae los vasos arteriales, produciendo taquicardia, arritmias y cambios bruscos. Todo ello potencia una crisis hipertensiva. Es como una molotov que provoca un accidente cerebrovascular (ACV) y muerte súbita”, le dijo a PERFIL Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
“La cocaína estimula y el alcohol baja. Es lo más común, pero es un riesgo. La sumatoria de ambas sustancias en el cuerpo origina un metabolito (llamado cocaetileno) altamente tóxico. Muchos pacientes se mueren así, en el momento del consumo. No son muertes provocadas. Son el resultado de una dramática dependencia a sustancias peligrosas combinadas”, destacó el médico psiquiatra Federico Pavlovsky. Para el especialista en adicciones, “la dependencia a la cocaína es muy compleja”. Se sabe que si una persona se vuelve adicta, el riesgo de recaídas es alto aun después de largos períodos de abstinencia. “El destino final no es infinito, son pocas opciones: internaciones psiquiátricas, cuestiones legales, accidentes graves y muerte.”