Aunque Franco Macri no fue su primer dueño, en Barrio Parque y también fuera de esa coqueta fracción de la Ciudad de Buenos Aires, la propiedad de la esquina de Eduardo Costa al 3000 es “la casa de Franco”. Hayan estado alguna vez dentro de la misma o no, quienes hace unos días fueron invitados a una exposición conjunta de artistas argentinos contemporáneos que se montó en el primer piso de dicha propiedad, tenían un interés adicional –y quizá era el motivo principal– conocerla por dentro. Y eso se percibía en quienes ingresaban por el hall de acceso y subían la escalera o se desviaban a la izquierda para ver el salón de la planta baja con vista al jardín.
La propiedad se conoce en los archivos de arquitectura como “Casa Salvadori”, es de 1940 y quien la diseñó es Antonio Ubaldo Vilar, un platense, responsable de la sede porteña del Automóvil Club Argentino y del diseño integral de las estaciones de ACA, en todo el país. También de edificios de viviendas en la Ciudad –algunas próximas a Barrio Parque–, el Hospital Churruca –en Parque Patricios–, y casas particulares en Zona Norte.
Según el sitio Moderno Buenos Aires –del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo– dicha casa tiene una “fachada netamente racionalista con aventanamientos lineales y terrazas”, que por suerte no sufrieron modificación alguna. Según detalla ese sitio, “la imagen que la arquitectura de Vilar imprimió a la estética de Buenos Aires en los años 40 deriva del uso repetido de una cantidad restringida de materiales como el granito, el mármol travertino, los metales cromados, espejos y materiales brillantes de calidad, que otorgaron a sus obras una vejez digna.”
Algo de historia. Franco Macri llegó a la Argentina en 1949 y mucho después se mudó a esa propiedad en Barrio Parque. Quizá el momento en el que más tiempo su fachada estuvo en los medios fue cuando –en épocas donde no había ni internet, ni redes y ni siquiera teléfono celular– la prensa montó guardia las veinticuatro horas para seguir el devenir del secuestro y posterior liberación de Mauricio Macri en agosto de 1991.
Hasta entonces, la mansión de Eduardo Costa no identificaba a la familia del empresario. De hecho, las reuniones familiares que allí se realizaban no eran de acceso a los medios, ni siquiera en el apogeo de la década del 90 cuando la apertura de la intimidad de algunos empresarios a la prensa era parte de su manera de mostrarse cercano al resto de la gente y también de exhibir cierto poderío.
Sí, hubo algunos agasajos por el día del periodista donde ese primer piso se abrió para una gran reunión al mediodía, que terminaba con un saludo del anfitrión y luego una botella en caja verde de un cotizado champagne de entonces. Pero no más que eso. Ni siquiera en la época que Franco Macri salía con Flavia Palmiero se permitió que allí se realizara producción alguna e incluso un cumpleaños que ella celebró, fue solamente para amigos invitados y sin cámaras ni fotos a repartir en los medios.
Remate y venta. La propiedad actualmente está completamente vacía. La mayor parte del mobiliario, tapicería, arañas, objetos varios e incluso cuadros fueron ya subastados por los herederos de Franco Macri en un remate en cuatro sesiones, entre noviembre y diciembre de 2021. Sí todavía quedan algunos libros de la biblioteca personal que por la forma en que está ordenada y la numeración que exhiben muchos, parece haber sido organizada por un profesional. También quedaron a la vista algunas de las fotos familiares, ejemplares que llevan la firma de Franco Macri y otros que son de carácter corporativo y que reúnen fotos familiares y el crecimiento empresario desde sus comienzos, hasta su alianza con empresarios chinos. También hay en el sector que él usaba para jugar al rumi con sus amigos, las jarras de Ba-ccarat y unas piezas de platería.
Fuera de eso, lo que ahora queda por “desarmar” es la casa propiamente dicha. En sus 1.280 metros cuadrados cubiertos, se distribuyen nueve dormitorios, doce baños, una cocina principal y otra complementaria de dimensiones apenas más grandes para la vajilla, además un gimnasio, una terraza con parrilla, dos ascensores y varios espacios que sirven como departamentos individuales. Por el momento, el valor de venta es de US$ 8 millones.
