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Qué es lo que queremos decir cuando decimos inteligencia

El CEO de Editorial Perfil evocó el clima intelectual durante el kirchnerismo, que fue propio de una “estructura mítico-religiosa”. Galería de fotos

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Bienvenida. El momento de la apertura de la ceremonia de entrega de los Premios Perfil 2016. | Nestor Grassi
Intelecto deriva de inteligencia; en el pasado se ha traducido en distintos idiomas intelecto por entendimiento e intelectual por inteligente.

A lo largo de estos ocho años del Premio a la Inteligencia nos hemos encontrado con diversas controversias sobre qué queremos decir cuando decimos inteligencia.

Más allá de la aceptación que en el siglo XX ya se hizo sobre las distintas formas de inteligencia, incluyendo la emocional y la kinética, la palabra inteligencia se sigue asociando atávicamente a la ciencia. Y la ciencia mete miedo, y aunque no sea reconocido públicamente, tiene mala prensa.

El científico es visto como alguien alejado de la realidad, que ensimismado en su mundo de las ideas se deshumaniza.

En la Grecia de los filósofos se decía que todo intelectual era extranjero a su patria y hasta a su época.
En cierto sentido es hasta lógico, para poder descubrir lo complejo hay que tomar distancia: vale tanto para la metáfora de profundizar o mirar desde lo alto, donde los detalles, lo cotidiano, desaparece.

Durante el kirchnerismo hubo ambivalencias respecto de la idea de inteligencia, por un lado se fomentó como nunca la ciencia, pero por el otro se rechazaba toda aplicación de la técnica a la política y la economía. La política era un arte donde los técnicos no tenían que ser considerados porque todo perito o experto representaba, de alguna forma, el pensamiento hegemónico de quienes controlan el poder y constituyen el canon.

El kirchnerismo, como toda estructura mítico-religiosa, no se diferenció de la Iglesia Católica del medievo, que excomulgaba a los científicos.

Durante la última década hubo ambivalencias respecto de la idea de inteligencia

La política fue como la religión, y toda actividad que le asigna centralidad a la metafísica.

Este gobierno, que en todo trata de diferenciarse del anterior, a veces por el solo hecho de mostrarse diferente y hacer de la diferencia, valor; al revés del kirchnerismo, es un gobierno nutrido por técnicos, por los que saben. Tanto hizo el kirchnerismo por hostigar a los técnicos de la economía y la política que, cumpliendo aquello de que la fuente del opuesto es el opuesto, en el fracaso del orden anterior creó las condiciones no sólo para represtigiar a la técnica al servicio del gobierno, sino para ponerla de moda.

Como siempre pasa, cada época se enamora de lo nuevo y castiga lo anterior declarándolo viejo, para luego volver a ilusionarse con lo diferente o por lo diferente, no haciendo más que navegar en círculos.
Desde la perspectiva de Perfil “la inteligencia no es sólo fruto de una actividad intelectual. Es el corazón el que le da la orden al cerebro sobre qué interesarse de las millones de disciplinas y objetos de interés que tiene el mundo. Es el corazón el dínamo del conocimiento aunque el cerebro fuera su motor”.