Con sus 77 años, Julio cruza enérgico la cancha de un lado a otro. “¿Qué más necesitás, Barby?, pregunta amable y avisa que ya puede subir a una de las plateas para hacer las fotos. “Gracias Julito, sos un amor”, responde ella, dándole un abrazo al encargado de logística y seguridad en las aperturas de los accesos del estadio de Racing. Al igual que Julio, aquí todos los hombres tratan con mucho respeto a esta mujer del fútbol que ahora posa frente al lente en medio de un estadio vacío y mudo donde sólo se escucha el ruido de una máquina cortadora de pasto.
La hija de Víctor Blanco, el presidente de Racing, sabe cómo moverse en este mundo de hombres –y así se ve cuando se la acompaña en el recorrido por la cancha–. “Hay machismo siempre, uno lucha con esto todo el tiempo”, afirma. En 2014, cuando Racing salió campeón, Bárbara y una de sus hermanas, Mercedes, se sacaron una selfie tiradas en el campo de juego. Desde ese momento, su nombre se hizo público y, cada vez que ella se cruza con Marcelo Tinelli en alguna reunión de la AFA, el conductor le recuerda que la quiere para el “Bailando”. Pero su padre ya se lo dejó claro a Tinelli. “El día que vos pongas a tus hijas, yo te llevo a las mías”, le dijo.
Barby, 32 años, abogada y politóloga, se ríe al recordar la anécdota. Confiesa que su lugar es en Racing, club que ama y que ahora, en diciembre, tendrá elecciones. El rumor de que ella podía ser candidata y convertirse así en la primera mujer presidenta de un club de primera corre desde hace unos meses. “Es un sueño ser presidenta, un objetivo y una meta a cumplir, pero ahora estoy muy cómoda en el departamento de relaciones internacionales. Colaboro con Racing Solidario y doy a una mano a Víctor cuando él no puede llegar”, aclara.
—Tu padre se va a presentar para ser reelegido. ¿Ni siquiera está la posibilidad de la fórmula Blanco-Blanco?
—Mi primer paso es estar en la comisión directiva, sería como dar un paso más y un lugar donde no hay muchas mujeres en el resto de los clubes. Me parece muy importante, sobre todo por el desarrollo de las disciplinas como el fútbol femenino, que empieza a tomar cada vez más importancia.
—¿Y en tres años, cuando se renueve otra vez el cargo?
—Paso a paso…
—¿Quién es más cuida, tu hermano o tu papá?
—¡Ambos! (ríe). Siempre están dando vueltas por ahí.
—Desde que entramos al estadio todos los hombres se portan de maravilla con vos...
—Y bueno, saben que soy la hija del presidente.
—Algún jugador o hincha se tiró el lance?
—Algún que otro mensaje siempre hay (ríe). Conozco muchos hinchas y socios, son los que van a la cancha, saludo a casi todo el mundo. No soy una NN, me hice un lugar en Racing en los últimos años.
—En tus redes sociales se te ve acompañada desde hace poco tiempo de un hombre. ¿Es tu novio?
—(Risas). Sí.
—¿Lo conociste acá, en el estadio?
—¡Noo! Es racinguista, obvio, pero no es hincha ni jugador. Nada que ver. Lo conocí en otro lugar… ¡En el mar!
—Un hincha se tatuó tu rostro en el cuerpo. ¿Cómo explicás eso?
—Sí, ¡una locura! El día que estaba acá me avisaron al término de un partido que me lo quería mostrar y bajé a saludarlo. Me dijo que se quería tatuar algo simbólico de Racing y algo que sólo el hincha pudiera distinguir.
—¿Cómo sos en la cancha?, ¿tranquila?
—Tranquila nada; soy de-senfrenada. De hecho cuando hay invitados es más incómodo y mi papá me pide que me comporte, pero yo en realidad ¡tengo ganas de romper todo!
“No tenemos color político”
Pasado mañana Cristina Kirchner cierra su campaña en la cancha de Racing. Se dijo que Víctor Blanco había cedido gratis la cancha. “No es así, fue un pedido del partido a través de la Municipalidad de Avellaneda, del intendente Ferraresi, que contrató el estadio”, cuenta Bárbara.
—¿Cuánto le sale a Cristina?
—562 mil pesos. Racing pone a disposición Avellaneda para quien sea y el partido es el que paga. No tenemos color político. De hecho estuvo Horacio (Rodríguez Larreta) hace un mes en la otra sede. Es un ingreso que le viene bien al club.