“Vivimos en democracia, hay libertad de expresión y tengo derecho a expresar y decir lo que pienso”. Vanesa Noble Herrera habla como queriendo apoyar la firmeza de sus palabras en un empujón de manos que cierran las solapas de su saco, un especie de toc que se repetirá en el momento de algunas definiciones contundentes. Esta semana sorprendió al dar detalles inéditos sobre el desempeño del Grupo Clarín en el proceso de extracción de ADN de Felipe y Marcela Noble (su marido y su cuñada), y dio su opinión sobre el kirchnerismo y sobre Cristina Kirchner.
Sentada ahora en el sillón de su oficina en Vicente López, la nuera de Ernestina Herrera de Noble recibe con calidez a PERFIL. “Fue mucho tiempo el que yo tuve que guardar mi ideología pensando que si la manifestaba iba a tener falta de códigos. Con el paso de los años llegué a la conclusión de que por decir que ‘soy justicialista’ no le voy a faltar el respeto a nadie”, explica esta mujer que tuvo su “bautismo” el domingo pasado con su presencia en el búnker del Frente de Todos.
Fue una semana intensa la que pasó. Desde ese momento, cuenta, recibió mensajes de gente con la que hacía muchísimo no hablaba, “de ideologías políticas distintas”, remarca. Y amplía: “Se generó una comunión. Es lo que en general noto que generamos Felipe y yo cuando hacemos un evento solidario, generamos comunión”.
Exclusivo: Vanesa Noble Herrera: "Siempre fui justicialista, estoy contra el hambre y la grieta"
La vida de Vanesa Herrera transcurre en ámbitos de acción social y su familia. Ya sea desde el área de Salud en la Fundación Noble, la cual coordina, o por su cuenta, viene desde hace varios años trabajando en barrios vulnerables y hospitales, generando también vínculos con empresas. Abogada de profesión, tiene dos hijos: Mora y León. Desde 2010 a esta parte, su vida estuvo marcada por emociones fuertes tales como la maternidad, recibirse de abogada y ser un sostén de su marido en medio de la pelea de Clarín con el gobierno kirchnerista. Luego de años de terapia, sintió en el último tiempo que este era su momento. “Yo apoyo este nuevo gobierno y futuros gobiernos. En el anterior me había ofrecido a colaborar, pero no me dieron lugar”, lanza sin titubear.
—¿Qué te dijeron en la gestión de Macri?
—Los vi muy cerrados. Yo seguí haciendo mi camino de referente humanitario que venimos haciendo con Felipe.
—¿Cuál será tu aporte puntualmente con Fernández?
—Me propusieron ser parte del proyecto Argentina sin Hambre. Quieren crear un observatorio para recorrer el país y hacer políticas de Estado.
—Alberto incluirá mujeres en varias áreas. ¿Te ofrecieron algún cargo?
—No por ahora. Yo me ofrecí para colaborar en lo que fuere.
—¿Y si te lo ofrecen?
—Lo pensaría.
—¿Fue algo charlado con Felipe o te mandaste sola al búnker?
—Lo sentí. Le avisé a Felipe, que estaba en Estados Unidos. Le dije: “Estamos invitados”.
—¿Felipe hubiese ido?
—No, se resguarda. Sigue la línea de su madre: perfil bajo.
—Comentaste que tenés admiración por Cristina. De hecho habían quedado en tomar un café cuando ella era presidenta y no fuiste porque tenías que respetar en ese momento ciertos códigos con el Grupo Clarín. ¿Se concretó después ese café? ¿La viste en el búnker?
—No lo pude concretar en su momento. Sí al Grupo le podía llegar a caer mal. Y yo siempre fui un soldado del Grupo en el sentido de que si hay que hacer esto, lo hago; no hay que hacer lo otro, no se hace. El domingo ella (Cristina) estuvo un rato y luego se retiró. Sabe de la admiración que le tengo. Cuando falleció Néstor (Kirchner) le mandé mi más sentido pésame a través de Juan (Cabandié).
—¿A Fabiola Yáñez la cruzaste, le recomendarías algo?
—No la vi ni la conozco. Ojalá se involucre. Que camine, que escuche, que sea primera dama pero también ciudadana y pueblo.
—Suele ser un lugar difuso el de primera dama en cuanto a que se produce una mezcla de lugar protocolar con actividades sociales. ¿Qué te pareció la forma en la que lo llevó adelante Juliana Awada?
—Sinceramente, creo que si uno quiere hacer la combinación perfecta la puede hacer. Es decir, podés vestirte para la foto con la reina Letizia o Máxima y a su vez ayudar al que lo necesita. A Juliana la conozco, la aprecio, he charlado con ella, somos descendientes de árabes las dos, y tiene un corazón muy noble. Pero me parece que se quedó a mitad de camino. Una verdadera pena.
—¿Qué pensás que hubiera sucedido si ganaba Macri?
—Me imaginaba atendiendo cada vez más pedidos de amigos y familiares que cerraban sus negocios, sus pymes, que no tienen para pagar el alquiler o para comer.
—Desde que estás en pareja con Felipe, hace veinte años, sos parte del Grupo Clarín. ¿Qué se dio para que ahora decidas contar tu ideología política?
—A partir del fallecimiento de mi madre hace un año y medio me replanteé muchas cosas. Me puse en mente empezar a ser yo, y que nada ni nadie me frenara. Yo ya hice todo lo que tenía que hacer: estudié, trabajé, me casé, tuve hijos... Ahora es hora de empezar a hacer lo que yo quiero, respetando por supuesto siempre a Felipe y a mis hijos. Quiero mostrar el lado humano del Grupo, unirlo con la sociedad. Por mi parte la grieta no nos lleva a nada.
—¿Están dadas las cosas para que Gobierno y Clarín no entren en guerra nuevamente?
—Ojalá. No lo sé. Por lo menos lo que hemos hablado con Juan Cabandié, lo que escuché de Alberto, es que hay voluntad. Espero que de parte del Grupo también la haya.
—¿Qué fue lo que más te dolió en su momento del tema del ADN?
—No fue fácil. Nosotros teníamos que estar siempre alerta por si venían a tocar la puerta, de lunes a viernes a las 7 de la mañana para arrancarle el pelo a Felipe, hacerle una extracción compulsiva. En su momento yo tuve temor por Mora, de que fuesen a sacarle sangre; no se podía legalmente, pero el temor estaba. Mora recién nacida, nosotros casados, era todo nuevo y todo muy enroscado. Fue una persecución innecesaria. Tuvimos un allanamiento en la casa de mi suegra en Martínez. Era muy delicado ver alrededor de la casa todo cortado, el Grupo Geof, la policía, Marcela y Felipe perseguidos con gente armada en camionetas, el ingreso a la casa con una orden judicial... Fue muy violento, y ellos eran testigos de la causa. Mi suegra estaba imputada, pero a ellos quizás tendrían que haberlos cuidado un poco más. Esto de alguna manera se lo transmití a Estela de Carlotto cuando la vi hace poco....Me fui por las ramas, perdón.
Me parece que se quedó a mitad de camino. Una verdadera pena, dijo sobre Awada
Afectos propios y ajenos. Vanesa siempre respetó y admiró a Abuelas de Plaza de Mayo. Cuenta que tiene un tío desaparecido por parte de su madre. El tema de la identidad traspasa cualquier pelea pasada de su familia con el gobierno kirchnerista. De hecho, el duro proceso por el que atravesó su marido le aportó relaciones y experiencias gratificantes. Este es el caso de Juan Cabandié o la mencionada Estela de Carlotto. Fue justamente Cabandié uno de los interlocutores para que se apaciguaran las aguas en la época del tema ADN. “Creo que fue innecesario, fue todo muy delicado –dice Vanesa retomando el tema–. Ahí fue cuando le dije a Juan (Cabandié): ‘Necesito que nos juntemos, que hablemos, quiero que hables con Felipe, que sepas lo que está pasando de este lado como para llevarlo al otro lado, y que por favor aflojen un poco’. Hubo una toma de conciencia de parte del Gobierno. A partir de que hablamos con Juan, sin dudas él lo transmitió y se calmaron un poco las aguas”.
—¿Cómo nació la relación con Cabandié?
—Lo conocíamos de hacía varios años a partir de una duda que mi vieja nunca se pudo sacar. Ella me contó que cuando estaba embarazada de mí creía que tenía mellizos. En ese momento no existían las ecografías, se escuchaba con no sé qué cornete. Ella me dijo que había escuchado dos latidos. A mí me tienen en la clínica Los Andes, cuestionada en la época del Proceso Militar. Yo nací en el 76, cuando mi mamá fue a tenerme había uniformados y parturientas desaparecidas. Según mi mamá, me tuvo a mí y le pusieron una mascarilla, ella no vio nada y después me entregaron a mí solamente. Según ella había otro bebé en su panza. Ella se acercó a Abuelas para transmitir lo que le había pasado. Llegó a Juan con esa historia y él estuvo siempre en contacto. Ahí yo lo conocí. Con Felipe incluso a veces nos preguntamos, ¿no seremos hermanos? Supuestamente él nació el 17 de abril y yo el 18, ambos en 1976. Qué sé yo...
—¿Y con Estela cómo fue que se conocieron?
—Fue en la entrega de Premios Clarín Espectáculos, creo que en 2006. En ese momento estaba la serie de los nietos recuperados, el segundo capítulo fue el de Juan Cabandié. Esa serie ganó. Juan estaba con Estela y me acerqué a saludarlos. Es más, se puede ver que en el diario Clarín que cuando ingresamos a mí me cortaron. Vos ves el pasto, un custodio de Estela, Estela, Juan, Marina Méndez y yo, en realidad lo que ves es mi brazo y mi pelo. Pero el diario Clarín lo cortó (risas). Fue un encuentro muy cálido con Estela. Le dije que admiraba la fuerza de ella y de Abuelas, y que habíamos sufrido mucho en su momento. Ella me preguntó cómo estaba Felipe. Era Estela y Vanesa, no era la abuela y la mujer de... Me dijo: “Qué lindo poder hablar y que me cuentes cómo está él porque una queda muy preocupada al no poder hablar”.
—¿Y cómo siguió el tema de la identidad de Felipe?
—Quedó ahí. Ahora empiezan las preguntas de Mora, que tiene 9. Los compañeros del colegio preguntan por qué sus papás salen en Google... ¿cómo? ¿Es adoptado? ¿Es hijo de quien? Uno les tiene que contestar con la verdad.
—Hace poco hiciste una tapa de “Caras” donde abriste las puertas de la mansión de tu suegra Ernestina en Martínez, la casa donde se van a ir a vivir con Felipe. ¿Qué te llevo a hacerlo?
—Esa era la casa de Ernestina, un lugar donde ella disfrutaba, donde si Dios quiere seguiremos nosotros disfrutando ahora. Pienso que por tener todo esto no quiere decir que no seamos humanos, que no escuchemos y podamos ayudar en los lugares más carenciados. Esto que digo no es de la boca para afuera. Hay fotos que documentan lo que digo.
—¿Te ves ocupando algún cargo en el Grupo Clarín más allá de la Fundación?
—No, no me interesa ni tengo la necesidad de hacer eso. En la Fundación hay muchas cosas que no se pueden hacer porque te tenés que poner de acuerdo con todos los socios. Hay muchas trabas, me quita energía y yo no estoy para eso. En la Fundación sentí muchas veces que estaba sola. Yo voy a ser parte del Grupo de por vida. Las caras solidarias del Grupo somos Felipe y yo. Está mal que lo diga, pero es lo que comenta la gente. Cuando yo quise meterme hablé con mi suegra, ella me dijo que fuera a hablar con Magnetto. Entonces le comenté: “Yo quiero humanizar al Grupo”. Le dije: “La gente ve al Grupo como un monstruo”, y no lo es. Me ha llegado que algún otro socio ha dicho que yo tengo mucha capacidad y que le hago acordar a Ernestina, como que vendría a ser una Ernestina de esta época.
—¿Cómo te llevás con esa comparación con tu suegra (N. de la R. :fallecida el 14 de junio de 2017?
—Ernestina hay una sola, quizás pueda ser Vanesa, otra persona con carácter. Tal vez en ese sentido somos iguales. A ella no la frenaba nada, y a mí creo que, salvo Dios, tampoco.