¿De qué se ríen? El Gobierno celebra el final de su primer año de gestión, como es su costumbre, sin hacerse cargo de nada. Los datos son demoledores. Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, cerraron 90.700 locales comerciales, 41.200 pymes, se perdieron 185.300 empleos en blanco.
La derrota fue por goleada en casi todos los órdenes, pero los funcionarios celebran con el insólito argumento de que pudo haber sido peor. Cómo un fanático de fútbol que dijera. Menos mal que nos hicieron sólo cuatro, estábamos para perder por ocho. Si se piensa de ese modo, 40 o 50 mil muertos por la pandemia siempre serán menos que 100 mil. Cuatro millones de personas sin trabajo son menos que cinco millones. No está mal. 50 por ciento de pobres es solo la mitad de la población. Qué mueran chicos desnutridos no quiere decir que en el país todos tengan hambre. Que piensen así, que lo digan, revela el tipo de trastorno mental que disocia de la realidad a quienes viven adentro del frasco del poder.
¿No tienen un poco de empatía, de piedad?¿No tienen conciencia de lo que significó para cada uno de los argentinos atravesar este año encerrado, aislados, sin escuelas, impotentes, mirando por la ventana cómo se caían los proyectos y se perdían los esfuerzos de toda una vida?. Todo esto sin contar los muertos por la represión policial, las consecuencias en la salud mental, las depresiones de los familiares que no pudieron despedir a sus seres queridos, los dramas personales que no aparecen en las estadísticas.
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Callarse un poco, acompañar en silencio la sensación de que llegamos casi sin aire al final del que será recordado como un año terrible, sería, al menos, una señal de que ahí arriba tienen alguna idea de lo que pasa acá abajo. Pero los que no han cedido un centavo de sus ingresos, los que no han sufrido las consecuencias, insisten en hacer discursos con los que tratan de encubrir sus fracasos. Se abrazan, lloran, festejan porque un avión que fue, volvió. Encima, quieren que se los reconozca como héroes, por eso. Deben saber que provocan todo lo contrario, un repudio natural.
Hace 50 años, el poeta Mario Benedetti describió a esta clase de tipos en un poema que se hizo popular cantado por Nacha Guevara. Sigue sonando muy actual. Si recuerdan todo lo que hicieron y dijeron durante el año, pueden reconocer, entre otros, al presidente, al ministro de Salud, al de Educación, al de Justicia, al canciller Felipe Solá; cuando el poeta dice: "En una exacta foto del diario señor ministro del Imposible vi en pleno gozo y en plena euforia y en plena risa su rostro simple. Seré curioso, señor ministro ¿De qué se ríe? ¿De qué se ríe?"