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Análisis

Actuar para mentir

"Con los jubilados, ¡No!", pedían los actores militantes en el gobierno de Macri. "Con el FMI, la patria está en peligro", decían. Después se callaron. No se les escuchó reclamar más el año pasado cuando ajustaron a los jubilados ni pedir a gritos ahora que no se roben las vacunas.

Después de un año de sugerente silencio, reaparecieron en escena los actores militantes. El enemigo a combatir ahora es Rodríguez Larreta. Definir a una artista como militante es un oxímoron, una contradicción en sí misma. Nadie podría imaginar a alguien más abierto, más libre, menos fanático. Un artista trabaja para expandir los límites de la libertad, la individual y la colectiva. Sin embargo, ahí están los actores militantes. Pablo Echarri, Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Luis Ziembrowski, Darío Grandinetti, Rita Cortese, Cristina Banegas, Nancy Dupláa, entre otros.

Se los puede ver en un video donde acusan al Gobierno de la Ciudad de pretender privatizar el río. Así dicen, privatizar el río, porque se proyecta un parque costero de libre acceso para recuperar un sector descuidado en las zonas de Costa Salguero. Pueden verlo y comprobar que no informan, no argumentan, no aportan datos para un debate, sólo repiten frases hechas o consignas militantes como antes contra el Metrobús, el túnel para evitar las inundaciones o la obra del Paseo del Bajo.

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Son actores, su oficio consiste en mentir o hacer pasar como verdadera una ficción, un relato que otros les escriben. En escena entretienen, divierten, estimulan la imaginación, la fantasía, difunden conocimiento, ideas. En la realidad, la mayoría de los actores trata de contener el ego extraordinario que necesitan para salir a escena. No abusan del cariño ni del reconocimiento del público para influir sobre los ciudadanos. A lo sumo, aceptan contratos para actuar en un aviso publicitario o reciben algo en canje.

Los regímenes más criminales de la historia, nazis, comunistas, fascistas, autoritarios de toda calaña, intentaron sobornar, someter y controlar a los artistas. Hubo Mefistos seducidos por el poder de turno, narcisistas y ególatras que pactaron con el diablo, pero también muchos otros que soportaron dignamente la cárcel, el exilio o el silencio. Se sabe cómo fue humillado Borges por el peronismo, cómo persiguieron a Osvaldo Pugliese, cómo la Triple A condenó al exilio a Héctor Alterio o cómo la dictadura secuestró a Luis Brandoni.

Según la CAME, "un cierre de las características del año pasado sería insostenible"

"Con los jubilados, ¡No!", pedían los actores militantes bajo el gobierno de Macri. "Con el FMI, la patria está en peligro", decían los actores militantes. Después se callaron. No se les escuchó reclamar más el año pasado cuando ajustaron a los jubilados ni pedir a gritos ahora que no se roben las vacunas, que paren la represión en Formosa, Santiago del Estero, Chubut. Son actores, se disfrazan de payasos, se pintan la cara, hacen lo que sea necesario, actúan, manipulan sentimientos. Su oficio es mentir y como ciudadanos ejercen el derecho a la libre expresión de sus fervores políticos. No dan vergüenza por eso, por lo que hacen o dicen, sino por lo que saben y callan.