Bueno, se han conocido los datos de inflación del mes de septiembre. Obviamente 2.8 es una noticia relativamente buena, en términos generales porque proyecta 36.6 anualizado, lo que efectivamente son casi 15 puntos menos de la herencia macrista.
Es una noticia relativamente buena y digo relativamente porque cuando uno desagrega el índice inflacionario observa que alimentos y bebidas está por arriba de la media: 3 por ciento mensual, y eso es muy decisivo para evaluar el impacto que tiene la evolución de la inflación sobre otros precios relativos de la economía, no los tradicionales, sino en particular los que fijan circunstancias de vida y particularmente indicadores sociales relevantes. Hablo de pobreza e indigencia, salarios, salario mínimo, jubilaciones mínimas.
El Gobierno recientemente convalidó un aumento del 28 por ciento para el salario mínimo vital y móvil. Esto es lo que muestra es hasta donde el Gobierno está dispuesto a ofrecer mejoras en términos relativos para indicadores sociales relevantes. Es obvio que esa mejora no tiene significación. Estamos hablando de una proyección de 38 puntos de inflexión para el año y este salario mínimo vital y móvil va a quedar colocado por debajo de la línea de indigencia en marzo, cuando se ha actualizado plenamente, porque adicionalmente el aumento es escalonado. Sigue siendo módico. No hay solución en ese sentido.
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El Gobierno no ha acertado la solución y se ha mostrado muy mezquino a la hora de recuperar poder adquisitivo para una herramienta estratégica que sirve para fijar pisos de convenio, pero al mismo tiempo para fijar cuáles son los niveles salariales de los trabajadores informales que hoy, como ustedes saben, entre cuentapropista y trabajador bajo relación de dependencia en condiciones informales está el 50 por ciento de la población económicamente activa.
O sea, una buena para el gobierno por abajo de la pauta inflacionaria de Mauricio Macri. Una mala una actualización de indicadores relevantes como el salario mínimo, vital y móvil, que no le permiten superar la línea de indigencia o hambre aún siendo actualizado. En ese sentido, el Gobierno fue mezquino.
Por otra parte, estamos en competencia para ver quién tiene la calle y estamos en víspera del día 17 de octubre, una ceremonia callejera sin ley para el peronismo y, efectivamente, cargada de simbología y, obviamente, de mucho voltaje político actual. El Gobierno se prepara para organizar su primer movilización por fuera de las restricciones de la pandemia, las más estrictas. Seguramente va a hacer una movilización en automóviles y sujeto a algunas condiciones de sanidad.
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Me parece que es una competencia directa con lo que está realizando la oposición con estas marchas o banderazos, pero que van a decir muy poco con respecto a la evolución de la coyuntura política y electoral, que se va a definir claramente por la condición socioeconómica, en lo que resta del tramo que va hasta octubre del año que viene, donde se decidirá las estrategias elecciones de medio mandato.
Así estamos en términos sociales y en una situación muy crítica y en competencia, por ver quién es el dueño de la calle entre las dos principales fuerzas políticas argentinas. Nos vemos la próxima semana si el Nodio nos lo permite.
