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Opinión

La carta de Cristina Kirchner busca restaurar la autoridad presidencial

La democracia argentina le debe a Néstor Kirchner volver a instalar la palabra política, palabra central y organizadora en el comportamiento de la sociedad. La carta de la vicepresidenta fue en línea con el legado de su marido.

Esta semana hubieron dos episodios que a mi juicio fueron centrales. Por un lado, la conmemoración de los 10 años del fallecimiento de Néstor Kirchner. Seguramente el mejor presidente de la recuperación democrática, con un buen volumen político, a mi juicio similar al de Juan Perón de mediados del siglo pasado, no el último Perón, que ya tuvo circunstancias muy difíciles para ejercer su gobierno.

Ahora que es lo que quiero rescatar de Néstor Kirchner. Ya se ha dicho mucho en términos socioeconómicos y entregó un país sustancialmente mejor al que el que recibió, la pobreza bajó a la mitad de un tercio de la indigencia, multiplicó el empleo, casi un millón 800 mil empleos durante su gestión. En fin, tuvo un inicio electoral con 22 puntos y la culminación de su ciclo terminó con 45 puntos transferidos a Cristina. En todas las dimensiones que se pueda analizar, Néstor Kirchner, fue un gran presidente.

La principal central conquista de Néstor Kirchner fue restaurar la autoridad política y la autoridad presidencial. Veníamos de una etapa donde la clase política no podía caminar por la calle, del "que se vayan todos". Néstor Kirchner fue consciente que, para resolver cualquier crisis particular, en una crisis tan profunda como la que heredó producto de la salida de la convertibilidad, se necesita restaurar la palabra política, la credibilidad y la autoridad presidencial. Me parece que ese fue el gran logro de Néstor Carlos Kirchner y que la democracia argentina le debe a su figura volver nuevamente a instalar la palabra política, palabra central y organizadora en el comportamiento de la sociedad.

Esto viene a colación con lo que, a mi juicio, constituye el segundo episodio político de la semana, que es la carta de Cristina Kirchner. Carta destinada precisamente, a mi juicio, a restaurar y a resituar la autoridad presidencial y a volver a instalar nuevamente la centralidad de la figura del presidente en cualquier proceso democrático, sobre todo cuando está resolviendo la crisis.

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Para esto, Cristina utiliza dos mecanismos. Por un lado, desbaratar las teorías de doble comando, insistiendo que acá el que toma las decisiones es el presidente de la Nación. El contenido de la carta creo que es muy precisa en ese sentido. No hay otro que tome las decisiones que no sea el presidente de la Nación y de ninguna manera existe doble comando. El doble comando es un sucedáneo de la teoría de "el chirolita de".

En su momento, Néstor Kirchner fue chirolita de Duhalde, luego ella fue chirolita de Néstor Kirchner y ahora, para los políticos y los periodistas opositores, Alberto Fernández sería el chirolita de Cristina Kirchner. Que desbarató con esa carta, esa teoría falsa.

Y por otro lado, formalmente situó la figura del presidente como el responsable del Poder Ejecutivo, en un sistema como la Argentina o el responsable de todas las decisiones políticas. Es absolutamente intransferible la autoridad del presidente y la centralidad del presidente a la hora de evaluar el porqué, el rumbo y los motivos de las decisiones políticas.

Por eso, creo que la carta fue tan esclarecedora, muy en línea con el legado de Néstor Kirchner de autoridad política, autoridad presidencial restaurada para enfrentar una crisis.