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Columna

No hay un plan para combatir la pandemia ni para reactivar la economía

El Gobierno intenta imponer su agenda, una agenda sustancialmente ajena a los problemas de Argentina. Es de esperar que el presidente reaccione porque el deterioro no hace más que agudizarse.

Han transcurrido ya 43 semanas desde que Alberto Fernández asumió el gobierno. Cuarenta desde el inicio del año, veintinueve desde que se declaró la primera cuarentena. ¿En qué estamos? Por un lado tenemos la información que proporcionan las realidad. Argentina se encuentra en el séptimo lugar en el ranking de países con mayor incidencia de la pandemia, con casi 800.000 contagios y más de 21.000 muertos. En términos de enfermos nuestro país ha sobrepasado a España, Italia, Francia y Reino Unido.

El presidente ha dejado de exhibir la Argentina como el caso de éxito global. Reconocer que no lo es es al menos un principio. No haber modificado las decisiones que nos trajeron hasta aquí, es un síntoma de incompetencia y parálisis. La realidad también indica que el 41% de la población argentina es pobre y que si se consideran los datos del segundo trimestre, y no el promedio del primer semestre, ese porcentaje asciende hasta casi el 50%. Uno de cada dos compatriotas es pobre, dos de cada tres chicos y adolescentes argentinos lo es. La realidad el Producto Bruto Interno cayó en el segundo trimestre del año más de un 19%, a fines de año el ingreso por habitante será el mismo que el de 1975. No ya una década perdida, sino medio siglo perdido. Esos son los datos de la realidad. Algunos datos de la realidad.

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El oficialismo se ocupa de otros temas. En los últimos días propuso iniciar juicio político a los miembros de la Corte Suprema, después de haber intentado desplazar, a través del Senado, a tres jueces que molestan a la vicepresidenta. El oficialismo, a través de su embajador en la Organización de Estados Americanos, decidió rechazar el informe sobre violaciones de los derechos humanos en Venezuela elaborado por las Naciones Unidas. El oficialismo estrechó el cerco sobre el dólar, a pesar de que el propio Ministro de Economía desaconsejó avanzar en esa decisión. Al mismo tiempo, el Ministro de Educación se niega redondamente a discutir cualquier posibilidad de regreso a la escuela, bajo cualquier modalidad, de los estudiantes argentinos. La realidad se impone sobre la vida cotidiana y sobre las expectativas de futuro de la sociedad, con una crueldad pocas veces vista.

El Gobierno intenta imponer su agenda, una agenda sustancialmente ajena a estos problemas. No hay un plan para combatir la pandemia ni para reactivar la economía. No hay más que paliativos cada vez menos relevantes para atender la crisis social. Cuarenta y tres semanas de gobierno, 40 semanas del año 2020, 29 semanas desde que comenzó el confinamiento. Es de esperar que el presidente reaccione porque el deterioro no hace más que agudizarse.