El oficialismo y la oposición israelíes iniciaron conversaciones sobre las polémicas modificaciones judiciales que el primer ministro conservador Benjamín Netanyahu puso en pausa ante la ola de protestas que sacuden al país desde enero.
Dijo que para permitir el diálogo la adopción de los distintos proyectos de ley se aplazaba a la próxima sesión que se abrirá tras la pascua judía de abril.
“No debe haber una guerra fratricida. Estamos en vías de una colisión peligrosa en la sociedad israelí”, dijo el primer ministro.
Sin embargo, los líderes de las movilizaciones se mostraron escépticos e instaron a seguir con las protestas mientras el proyecto no esté totalmente suspendido. El opositor Benny Gantz, señaló: “Hacemos un llamado a detener esta legislación porque no estamos dispuestos a comprometer la democracia”.
Cuál fue la reacción tras el anuncio de Netanyahu
La medida generó escepticismo en el país, y el principal diario, Yediot Aharonot, editorializó que el jefe de Gobierno "disfrazó con palabras bonitas, una derrota aplastante".
Por su parte, el líder opositor Yair Lapid, reaccionó con cautela y dijo que por ahora prefiere asegurarse de que "no hay treta o engaño", informó la agencia de noticias AFP. Si el intento de reforma "se detiene real y totalmente, estaremos listos para un diálogo verdadero", declaró Lapid a en un mensaje por televisión. La oposición había dicho previamente que no negociaría las reformas, que le darían a los políticos electos poder sobre la justicia, hasta que se detuviera el proceso legislativo.
La oficina de Herzog indicó que el presidente solicitó a Netanyahu, a Lapid, y al exministro de Defensa Benjamin Gantz, líder del Partido Unidad Nacional; que presenten equipos negociadores de cara al inicio de las conversaciones.
Tras ello, Gantz y Lapid anunciaron la composición de las delegaciones de ambos partidos, aunque por el momento Netanyahu no ha especificado quiénes integrarían el equipo del Gobierno.
Estados Unidos, aliado de Israel, aplaudió la medida
Karine Jean-Pierre, portavoz de la Casa Blanca, afirmó que este es el mejor camino a seguir y los cambios fundamentales al sistema democrático deben ser buscados con el mayor apoyo popular posible.
Netanyahu y sus aliados ultraortodoxos y de extrema derecha defienden la modificación con el argumento de que debe equilibrarse la correlación de fuerzas entre los cargos electos y la Corte Suprema, a la que consideran politizada.
Sus detractores consideran que la modificación amenaza la separación de poderes y el carácter democrático del Estado de Israel.