Vladimir Putin, presidente ruso, lo dijo y lo hizo: Ucrania derribó una treintena de misiles rusos dirigidos a Kiev, en el mayor ataque contra la capital en las últimas semanas, después de que Moscú prometió vengarse de los bombardeos ucranianos en las regiones fronterizas rusas.
El ministro de Defensa ruso inspeccionó una instalación militar con el propósito de evaluar la producción de armamento de aviación, así como proyectiles de artillería y tanques de varios calibres.
En otro desesperado llamado el ucraniano, Volodimir Zelensky, manifestó a los líderes de la Unión Europea que era crucial enviar más municiones a sus tropas de primera línea.
"Europa se enfrenta a la situación de seguridad más grave desde la Guerra Fría y no podemos ni debemos dejar que la guerra en Ucrania se convierta en una especie de normalidad", dijo el
comandante de las Fuerzas Armadas suecas, junto a su homólogo francés, después de la reciente entrada de Suecia a la OTAN.
Pero Europa Central sigue dividida por la iniciativa checa de suministrar munición a Ucrania. Los cancilleres de Hungría y Eslovaquia dicen que sus países no proporcionarán ayuda militar a Ucrania como parte de la propuesta checa.
El eslovaco dijo que el conflicto en Ucrania "no tiene solución militar"; y que su país "seguirá enviando ayuda humanitaria y también equipos no letales".
La República Checa hizo un llamado internacional para recaudar dinero para comprar hasta 800.000 proyectiles de artillería que se enviarán a Ucrania en cuestión de meses.
