Las imágenes de los desbordes de jóvenes en la playa activaron las alarmas de los especialistas. Gente sin barbijo, bebiendo y hasta compartiendo la misma botella. Todas actitudes riesgosas para contraer coronavirus. ¿Fue la llegada de la vacuna a la Argentina lo que generó esa relajación, luego de una cuarentena extendida? ¿Fueron las vacaciones el origen del descontrol? Podría ser, pero solo en parte. Hay muchos más elementos a tener en cuenta.
Los jóvenes son una franja etaria menos proclive a desarrollar las manifestaciones más graves de coronavirus. La tasa de mortalidad es baja: 0,07% en menores de 9 años; 0.01% en personas de entre 10 a 19; 0.11% de 20 a 29; 0.19% de 30 a 39 y 0.63% de 40 a 49. Es a partir de los 60 cuando el porcentaje se sextuplica.
La palabra de los expertos
“La mortalidad es muy baja con respecto a otros grupos etarios. El tema es que están aumentando mucho los casos, por lo que crecen los contagios y las muertes. Ese es el riesgo, sumado a que lo trasladan a los familiares con la que están en contacto, que son adultos mayores donde ya es un riesgo elevado”, expone en diálogo con PERFIL Juan Carlos Cisneros (MN:62. 530) infectólogo y subdirector del Hospital Muñiz.
El infectólogo apunta que cuando los jóvenes se reúnen, lo hacen en bares o para comer, situaciones en los que uno se saca la mascarilla. Sumado a la posible ingesta de alcohol, que desinhibe los sentidos. “Al estar en grupo, todas las pautas de cuidado se relajan, hay contacto físico. Entonces, una infección como esta se disemina de una forma exponencial pero no por la virulencia del virus, sino por la relajación a la hora de implementar las medidas de prevención. Por ahora sigue igual de contagiosa la enfermedad, puesto que no se detectó la cepa británica en Argentina, lo que acá cambió fue la conducta de la gente”, indica ante el incremento en la curva de contagios.
En ese marco, los mensajes de las campañas de prevención están dirigidas a los jóvenes. Una de las más elogiadas es la que realizó el Gobierno de la provincia de Córdoba para las fiestas y que sigue vigente.
Los jóvenes, los más relajados
La relajación en jóvenes se da por diferentes factores. El adolescente o adulto joven en general se siente menos expuesto a la enfermedad, sobre todo porque muchos de ellos ya se contagiaron y se sobrepusieron, por lo tanto se sienten inmunizados.
La cuarentena extensa (arrancó el 20 de marzo hasta noviembre) fue un factor que también jugó en contra. “El encierro prolongado es algo muy poco tolerado por la gente joven. La juventud es mucho más gregaria, necesita más de los amigos que de los padres o del trabajo. En el confinamiento perdió los hábitos de socializar como lo era la facultad, los clubes, los bares. El adolescente quiere conocer gente, a diferencia del adulto que si ya tiene una pareja establecida y una familia tiene una menor avidez social”, señala a este medio el médico psicoanalista Luis Gratch (MN: 38.929).
“Hubo una explosión de los jóvenes ante la sensación de no poder sostener más el aislamiento, que produjo mucho cansancio. Así fue como aumentó la necesidad de encontrarse con los otros”, coincide la psicopedagoga María Zysman.
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La rebeldía característica de la juventud es otra causante de la relajación. “Los jóvenes no toleran las imposiciones autoritarias. El joven es un idealista, un romántico y está mucho más movido por el deseo que por la obligación. Entonces cuando se le obliga a algo, se revela frente a eso y, en general, en ellos la prohibición estimula el deseo”, sentencia Gratch.
Ayer, el ministro de Seguridad bonaerense Sergio Berni se dirigió a los más jóvenes para pedirles responsabilidad. "Cuidar al prójimo es una conducta ética que implica pensar en el otro, una actitud que tiene que ser enseñada desde el ejemplo. Vivimos en una cultura del egoísmo y de un profundo desinterés por el otro. ¿Por qué esperamos de ellos algo que no les transmitimos suficientemente con nuestros propios actos? ¿Acaso tienen figuras que les inspiren esa ética, tanto en sus padres, maestros o líderes políticos? En general, el adolescente está dispuesto a tener una conducta ética siempre y cuando los adultos la demuestren”, plantea el médico psicoanalista.
Zysman agrega que también hubo una relajación por parte de los propios núcleos familiares. “Se la ve más despreocupada a a la juventud pero los allegados también contribuyen a esas actitudes. Los que se congregaron en la playa y que todos vimos en la televisión no son sólo jóvenes independientes. Quizás la familia se quedó en Buenos Aires pero sabiendo a dónde van sus hijos”, destaca.
En general, en los jóvenes la prohibición estimula el deseo, dice Gratch
Verano y vacuna
El verano y la proximidad de la vacuna también generan una sensación anticipatoria de inmunidad, lo cual es muy riesgoso según los especialistas porque recién comienza la campaña de inmunización en la Argentina y en el mundo. “El joven es ansioso, quiere todas las cosas ya, está mucho más preparado para tener gratificaciones en la inmediatez. En cambio, el adulto se siente más expuesto y en consecuencia es más cauto”, consigna Gratch.
“Uno tiene que ser capaz de analizar el esfuerzo que se hizo y mentalizarse para aguantar un poco más. Ir a un amontonamiento de gente sabiendo en lo que puede derivar tiene que ver con tendencias más autodestructivas”, manifiesta Zysman .
La vacunación relajó pero las vacaciones podrían tener un mayor grado de responsabilidad si se analiza lo que sucedió en el verano en el hemisferio norte. Para ese entonces, no se tenía ni tan siquiera una fecha aproximada de cuándo llegarían las primeras dosis y, aún así, las conductas irresponsables proliferaron por Estados Unidos, Europa y Asia.
“El problema es que la gente se cree que el contagio en el aire libre no se da y se saca el barbijo. El respeto de la norma es necesario en estos momentos no sólo para la prevención de contagios sino para la educación futura. Que los más chicos entiendan que hay que cumplir con las reglas”, puntualiza la psicopedagoga.
“Pensar que cada cual hace lo que quiere y que está en cada uno cumplir con las normas es peligroso. En realidad es una cuestión de salud pública, esto va más allá de lo individual. Lo que se pone en juego es eso”, concluye la especialista.
BDN/MC