Mientras el mundo se concentró en el coronavirus, el resto de enfermedades no desaparecieron, sino que quedaron desatendidas. El cáncer no es la excepción: en 2020 se redujo el diagnóstico de esta enfermedad en un 40%, en promedio, a nivel mundial. Esa caída no es consecuencia de un mejor escenario de la patología o de la existencia de tratamientos más efectivos, sino de la desatención de los pacientes que no quisieron ir a los hospitales por miedo al contagio o no pudieron ir a la consulta.
Incluso, aquellas personas que ya habían sido diagnosticadas con cáncer descontinuaron su tratamiento por temor a contraer COVID-19 y quedar vulnerables ante la enfermedad por estar inmunosuprimidas.
Una investigación de la Organización Mundial de la Salud al comienzo de la pandemia mostró que durante aislamiento estricto en la Argentina las consultas por cáncer se
redujeron el 97% y el número de pacientes que iniciaban tratamientos disminuyó en un 72%. Todo esto se va a traducir en el largo plazo en patologías más severas por no haber sido detectadas a tiempo.
Las consultas médicas cayeron más de un 60% y hay alarma entre los especialistas
En este contexto preocupante, los especialistas en oncología buscan generar conciencia sobre la necesidad de no desatender a los pacientes con cáncer mientras siga la pandemia de coronavirus. “El 2020 fue durísimo y ahora estamos viendo las consecuencias. No hay que cometer los mismos errores que en 2020”, alerta en conversación con PERFIL Valeria Cáceres (MN: 79.930), médica oncóloga y Jefa del Departamento de Oncología Clínica del Instituto Ángel Roffo de la Universidad de Buenos Aires.
En el cáncer, así como en otras enfermedades, la detección precoz es vital para lograr que el tratamiento sea más efectivo y haya un porcentaje de sobrevida más alto. Pero los estudios preventivos para llegar antes al diagnóstico, como la mamografía, la ecografía o la colonoscopia, cayeron en un 70% en el último año.
Los estudios preventivos cayeron un 70% en promedio
Otro de los problemas que se produjeron con el inicio de la cuarentena es que gente que se había realizado el estudio entre enero y febrero y debían retirar los resutlados para marzo, cuando quisieron consultar con un especialista, no había atención. Entonces, esas personas quedaron en su libre evolución.
Una situación similar se vivió con quienes estaban en plena terapia. “Los pacientes que están en tratamiento como quimioterapia los continuaron. Pero hay otros que no. Por ejemplo, quienes reciben tratamientos a largo plazo como las hormonoterapias en el cáncer de mama -que duran entre 5 a 10 años-, dejaron de tomar la medicación ya sea porque no querían venir a buscar la receta por miedo, porque no podían por la cuarentena o había faltante. También aquellos que estaban en control y tenían que hacerse periódicamente estudios de rutina como tomografía, centellograma o laboratorio bajaron su asistencia al centro en torno al 50%”, indica Cáceres.
Los pacientes que están en tratamiento como quimioterapia los continuaron. Pero hay otros que no, explica Cáceres
Suspender el tratamiento de prevención en una etapa inicial de la enfermedad puede no tener consecuencias (aunque no hay que hacerlo). Pero si se trata de un cáncer avanzado, el riesgo de parar con la terapia es que la afección progrese y puede llegar a provocar consecuencias mucho más severas para la salud, como alargar el tiempo hasta la recuperación o disminuir las chances de sobrevivir.
Detener una línea de tratamiento tiene otro efecto adverso: si la progresa, hay que cambiar la terapia. Eso significa nuevos estudios y, en algunos casos, una medicación menos efectiva.
Cáncer de próstata | Las consultas cayeron un 30% durante la cuarentena
Cabe aclarar que el paciente oncológico no requiere sólo la terapia específica como la quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia o cirugía sino también el resto de fármacos enfocados a los cuidados paliativos que corren en paralelo ante el avance de la enfermedad, como analgésicos o protectores gástricos.
Cuanto más avanzada está la enfermedad, mayor es la necesidad de cuidados paliativos. Después la persona puede necesitar kinesiología, psicopatología, enfermería y otras asistencias. “Tal vez si el paciente no hubiera progresado, estaría en un estadio más inicial y necesita menos fármacos. Cada vez se van agregando más costos de lo que son estas enfermedades crónicas”, explica Cáceres.
El contexto mundial tampoco ayudó. El estrés, la angustia y la soledad causados por la incertidumbre derivaron en progresiones y recaídas. Todo este conjunto de factores hace estimar a los especialistas que en los próximos años la mortalidad por el cáncer va a incrementarse.
La pandemia, la mala de la película
Una vez empezó a aflojar la cuarentena estricta, en los meses de agosto y septiembre, se detectó un aumento de pacientes recaídos con enfermedades diagnosticadas en etapas avanzadas. “Porque no es lo mismo que se diagnostique a una persona con un tumor precoz en la mama que no se palpó porque se hacía la mamografía todos los años y se lo detectaban, a que la señora llega porque se tocó ese bulto”, ejemplifica la oncóloga.
La desinformación, sobredimensión y foco en el COVID-19 dejó al resto de la salud de lado. Otro de los efectos post pandemia va a ser el incremento de enfermedades crónicas por pacientes que decayeron, que no recibieron la medicación en tiempo y forma o que llegaron tarde al diagnóstico.
Los especialistas defienden que la salud en general, y la oncología en particular, no debería seguir padeciendo las consecuencias de la pandemia y habría que facilitar la movilidad de los pacientes para que puedan atenderse en tiempo y forma. Por eso, las campañas para el Día Mundial del Cáncer de este año están centradas en alarmar sobre esta situación.
“Nueva normalidad, mismo cáncer”, es la campaña que impulsa AstraZeneca, en alianza con asociaciones de pacientes y sociedades médicas de todo el mundo, que busca instar a los pacientes con la enfermedad a regresar a los servicios oncológicos y continuar con sus tratamientos, a la vez que incentiva a quienes sospechen que pueden tener la patología a que se realicen los chequeos necesarios.