por Rodis Recalt (*)
Los adictos al sexo no disfrutan. Una ninfómana sufre el orgasmo, porque le significa el final de su búsqueda lujuriosa. Pensar que un adicto al sexo la pasa bien es un error común y hay que aclarar que estamos frente a una persona compulsiva, descontrolada y que busca el placer de cualquier forma.
Perfil.com habló con dos reconocidos sexólogos para que expliquen que es la adicción al sexo, cual es la forma de detectarla y como es el tratamiento.
Juan Carlos Kustnezoff aclaró de entrada que es un cuadro psiquiátrico y el tratamiento debe ser el mismo que se le da a cualquier adicto, por lo tanto hay que internarse en un centro de rehabilitación y tratar de "deshabituar a la persona", dice y agrega: "El psicoanálisis, en estos casos, no sirve".
La sexóloga boricua Alessandra Rampolla pone un ejemplo muy claro para poder identificar al adicto: "Si prefieres quedarte en tu casa masturbándote en vez de ir a trabajar o a buscar los niños a la escuela, estás en problemas".
Para un adicto sexual, formar una relación estable es muy difícil. Estas personas necesitan estar motivadas todo el tiempo por la adrenalina de la conquista y eso puede ser peligroso. A veces la pasión y el desenfreno de un encuentro casual no admite cuidados y contagiarse de alguna enfermedad venerea está a la orden del día.
Ambos especialistas coinciden en que una mente con este tipo de adicción está todo el tiempo imaginando y planificando su relación. Alessandra refuerza este concepto: "el placer está en la conquista y no en el acto en sí".
No hay que asustarse, masturbarse 3 veces en un día no convierte a un hombre en un adicto ni a una mujer en una ninfómana. Embroncarse alguna vez por no coincidir con la líbido de la otra persona tampoco es un síntoma de adicción.
(*) De la redacción de Perfil.com