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Adolescentes en Pinamar: seducción descontrolada

Las “nenas” de 15 para arriba (y hasta más chicas) toman como adultas, están más liberadas, se ríen en la cara a los de su edad cuando intentan conquistarlas. Seducen, histeriquean y bailan en los parlantes.

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| Juan Obregn
Con la tranquilidad de quien domina todos los secretos de la noche, Verónica espera relajada mientras le sirven otro shot de tequila. Mira a su amiga, se sincronizan y al mismo tiempo se toman de un saque toda la medida como si fuera el último vasito de agua mineral de la Tierra. Tienen 15 años, es el tercero de la noche y compiten a ver quién toma más.

A pesar de que juran que nunca se emborrachan y toman alcohol sólo para divertirse, el cuadro anterior refleja una situación que cada vez se cristaliza más entre los adolescentes y que esta temporada también ilustró la noche en Pinamar: las mujeres ya toman alcohol a la par de los hombres. O más. Y a pesar de ser cada vez más chicas (promedian los 17 años), beben sin ningún tipo de pudor.

A mis compañeros de secundaria ya los pasé tomando”, se jacta Anabella, una rosarina de 17 años que a las 4.30 de la madrugada ya iba por el tercer Daiquiri. “Tomo todo el tiempo hasta que me voy”, agrega Cecilia, otra niña de 17 años que relata un poco con vergüenza y un poco con orgullo que el récord de una noche fueron 7 tequilas: terminó sin conocimiento.

El destape etílico de las mujeres no es nuevo, pero todos coinciden en que cada año toma más vigor y ya no sólo pasa por el consumo de alcohol, sino no por que las nuevas generaciones de adolescentes están mucho más descontroladas que antes. Pinamar refleja esta realidad.

Las “nenas” de 15 para arriba (y hasta más chicas) toman como mujeres hechas y derechas, están más liberadas, se les ríen en la cara a los chicos de su edad cuando intentan conquistarlas. Seducen, histeriquean y bailan en la tarima con la provocación de quien tiene décadas de noche y, sobre todo, mucha experiencia.

“Hoy hay más libertad, nuestros papás saben que salimos pero nos dejan volver a cualquier hora. No hay tanto control como antes”, explica Martina, otra rosarina de 17 años que habla como si tuviera la madurez de una de 30. “La matiné es para las de 13”, responde con los ojos entrecerrados que simulan sabiduría después de preguntarle a este cronista si se crió en una caja de zapatos por no saber las nuevas rutinas nocturnas.

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