El accidente del vuelo Air France Río-París del 1 de junio de 2009, en el que murieron 228 personas, fue provocado por factores a la vez técnicos y humanos, según el informe final de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA) de la aviación civil francesa. En el accidente murió Pablo, hijo del publicista argentino Gabriel Dreyfus.
Según este organismo oficial encargado de estudiar los accidentes o incidentes graves de la aviación civil, hubo problemas técnicos derivados de la ergonomía del avión (un Airbus A330) pero también humanos, consecuencia de las acciones de los pilotos que sufrieron mucho estrés.
Respecto al punto de partida de la catástrofe, la BEA señala definitivamente el congelamiento de las sondas de velocidad Pitot, que condujo a una incoherencia temporal entre las velocidades medidas. “La tripulación estaba en un estado de pérdida casi total de la situación”, declaró en conferencia de prensa Alain Bouillard, director de la investigación.
Los investigadores dan cuenta de una mala gestión del factor sorpresa y de una incomprensión total de la situación, y señalan asimismo una falta de formación. Recalcan que pudieron ser los directores de vuelo (DV) los que indujeron al error a los pilotos. Esos instrumentos, que hubieran debido ser desconectados por los pilotos después de iniciarse la secuencia de incidentes, “pudieron confortar a la tripulación en sus acciones, pese a ser éstas inapropiadas”, admitió la BEA. A falta de una formación específica, “la inmensa mayoría de las tripulaciones habría seguido las informaciones del DV”, señala Louis Jobard, portavoz del Sindicato de pilotos NPL.
El organismo emitió 41 recomendaciones de seguridad, 25 de ellas nuevas con respecto a su informe de julio de 2011. Estas recomendaciones están dirigidas tanto a la compañía aérea como al constructor, e insisten en la importancia “de la formación y del entrenamiento de los pilotos, para que tengan un mejor conocimiento de los sistemas del avión en caso de situación inhabitual”.
Las causas. “Ocho recomendaciones conciernen la formación de los pilotos y cinco la certificación de los aviones”, precisó el director de la BEA, Jean-Paul Troadec. En conferencia de prensa, al preguntársele sobre la parte del error humano en la catástrofe, Troadec señaló que “si la BEA pensara que este accidente fue debido solamente a la tripulación, no habría hecho recomendaciones sobre los sistemas, sobre la formación, etc. Lo que quiere decir que este accidente hubiera podido suceder a otras tripulaciones” .
“Dos acontecimiento llevaron al accidente, la obstrucción de las sondas de velocidad Pitot y el no reconocimiento del descontrol” del avión, agregó. Por su parte, la compañía Air France defendió a sus pilotos fallecidos, afirmando que la tripulación del vuelo Río-París permaneció “implicada en la dirección del vuelo hasta los últimos instantes”. “El informe de la BEA describe una tripulación que actúa en función de las informaciones provistas por los instrumentos de los sistemas de bordo y del comportamiento del avión tal cual fue percibido en el cockpit”, indicó Air France en un comunicado. “La lectura (de los datos) no les permitió aplicar las acciones apropiadas”, agregó.
Tras la publicación del informe, el consorcio de construcción aeronáutica Airbus prometió que tomará “todas las medidas ” necesarias para mejorar la seguridad aérea. Airbus “tomará todas las medidas que permitan contribuir a ese esfuerzo colectivo en favor de la optimización de la seguridad aérea”, indica un comunicado del grupo, que agrega que “ha empezado ya a trabajar a nivel industrial a fin de reforzar las exigencias relativas a la resistencia de sus sondas Pitot” implicadas en el accidente.