Una reciente boda civil en las Islas Malvinas de un ex combatiente argentino en la guerra contra Gran Bretaña de 1982, abrió un debate sobre la legalidad de ese vínculo en el país sudamericano, que disputa con el Reino Unido la soberanía del archipiélago. Carlos Azuaga y Claudia Fuertes, ambos de 47 años, y residentes en Lanús, periferia sur de Buenos Aires, contrajeron matrimonio el pasado 16 de noviembre en la oficina gubernamental de Town Hall, en Puerto Argentino, capital de Malvinas, tras ser autorizada la ceremonia por el gobernador Alan Edden Huckle.
De vuelta a casa, con el certificado de matrimonio en inglés, los Azuaga enfrentan el insólito desafío de que esa unión sea reconocida en Argentina, que considera Malvinas territorio propio y usurpado por el Reino Unido, que lo ocupó en 1833. "Argentina no reconoce la autoridad que los casó porque mantiene una disputa de soberanía con Gran Bretaña ante Naciones Unidas y el hecho no puede tener consecuencias para esa discusión", dijo el sábado a la AFP una fuente gubernamental que pidió anonimato.
Sin embargo, señaló que desde el punto de vista legal la pareja "no violó ninguna norma" porque para casarse "utilizó los mecanismos previstos por el gobierno argentino dentro del 'paraguas' que existe en la relación con el Reino Unido", al margen de la disputa de soberanía. Ajenos al debate, Azuaga y Fuertes, contaron a la AFP que validaron en la Cancillería argentina los documentos solicitados por el gobierno isleño para celebrar la unión, que concretaron en Malvinas para exorcizar fantasmas de la guerra.
"Ese soldado de Malvinas no tendría que haberse casado allí porque al hacerlo reconoció a la autoridad local y puso en problemas al Gobierno argentino", objetó Nelly Minyersky, profesora de derecho civil de la pública Universidad de Buenos Aires (UBA). La letrada aseguró que existen argumentos legales a favor y en contra para reconocer la boda, trámite que deberá definir la justicia. "El acto en principio no daña a terceros y está en el ámbito del derecho privado, pero puede significar una herida a la soberanía", indicó.
Para Jorge Davis, profesor de derecho internacional en la privada Universidad Católica Argentina (UCA), "el casamiento debería ser válido en Argentina porque se celebró según leyes que rigen para actos privados en el lugar donde se ejecutó, más allá de si es territorio argentino o extranjero". "Cumplí un sueño, quería cerrar una etapa de dolor y de guerra y llevarme un recuerdo lindo de Malvinas", confesó Azuaga, padre dos hijas de un matrimonio precedente, sobre su boda, haciendo caso omiso a las voces críticas, incluso de ex combatientes, que ven el matrimonio como un acto de provocación.
Empleado administrativo en la provincia de Buenos Aires, Azuaga tuvo a su cargo la provisión de municiones y alimentos a los soldados apostados en las primeras líneas de combate durante el conflicto bélico, iniciado el 2 de abril de 1982 con la invasión promovida por la dictadura del general Leopoldo Galtieri. "Caminaba ocho kilómetros entre la ruta y las trincheras para llevar provisiones y traía de vuelta heridos. Muchas veces tuve que elegir quién se salvaba y quién no, porque no podía trasladar a todos", evoca sobre la guerra, que dejó 649 soldados argentinos y 255 británicos muertos, tras 74 días de combate. Los recién casados fueron agasajados con una 'fiesta sorpresa' en las Malvinas en la casa de un influyente empresario local, a la que concurrieron un centenar de invitados, la gran mayoría residentes en las islas, cuya población ronda las 2.400 personas.
(*) Especial para AFP