Diógenes era un filósofo griego que hacía de la extrema pobreza su mayor virtud. Vivía en la calle y nada necesitaba. Dice la leyenda que Alejandro Magno lo visitó un día y le ofreció regalarle lo que él quisiera. La respuesta de Diógenes sorprendió al conquistador: "Lo único que le pido es que se corra de ahí. Me está tapando el sol".
Todos los pueblos tienen a un linyera famoso. La ciudad bonaerense de Berisso no escapa a esta ley. Nadie sabe como se llama, aunque tiene muchos apodos. Como casi todos los vagabundos de los pueblos. Ahí todos le dicen "Siete sacos". La razón del nombre tiene dos explicaciones: unos dicen que lo ganó cuando en noches de mucho frío tenía puesto varios abrigos para soportar las bajas temperaturas. Otros que se pone numerosas prendas para guardar todo lo que le regalan. Sus otros apodos son menos míticos: "Carlitos" o "Toto". Desde la década del ´70 que duerme en las inmediaciones del Hospital Mario Larrain de Berisso.
Pero el viernes pasado desapareció. Nadie más lo vió y la pregunta de todo Berisso fue "¿Dónde está 'Siete sacos'?". Aunque nadie lo conoce en la intimidad, despertó la ternura de la ciudad. Y el pueblo enteró se movilizó para exigir su reaparición. Ahora la ciudad está empapelada con su imagen y todos se preguntan por su paradero. Incluso en Facebook crearon el grupo "Siete Sacos" para buscarlo y piden que aquel que lo encuentre avise a las autoridades.
Una leyenda. "Siete sacos" no habla, aunque todos lo conocen. Los vecinos lo cuidan y le suelen dar ropa, alimentos y cigarrillos. Cómo llegó a ser un vagabundo, pocos lo saben. Y como sucede en estos casos, la leyenda copó la escena. Los rumores son que su esposa e hijos murieron en un accidente de tránsito y ahí enloqueció. Otros aseguran que era un yesero que trabajaba con sus hermanos en Los Hornos. Pero que discutían tanto que un día se cansó y se fue. Las historias sobre su vida se reproducen por decenas. Pero son eso, historias y leyendas que nadie conoce de verdad. La mayoría estima que tiene entre 60 y 70 años.
Que no lo lleven. En 1998 las autoridades del hospital quisieron trasladarlo al centro asistencial de Melchor Romero porque no daba una buena imagen. Pero una movilización vecinal impidió que logren su objetivo y finalmente "Siete sacos" se quedó en Berisso. Aquel año su popularidad trascendió las fronteras de la ciudad y se hizo conocido en numerosos barrios del conurbano. Hoy no aparece y todos quieren encontrarlo. Hasta ahora, su destino es un misterio que crece.