Lo primero que se piensa cuando se mencionan términos como "violencia de género" y "abuso doméstico" es en un hombre golpeador y una mujer golpeada. Ya no es tan así: en España, 10.645 mujeres recibieron condenas firmes por maltrato y hay más de 41.000 fichadas como maltratadoras, según cifras del Registro de Víctimas de Violencia Doméstica de ese país.
Estos casos, sin embargo, no cuentan como "violencia de género" de la misma forma que la que sufren las mujeres. Al menos así consta en la Ley de Violencia de Género española, que tiene diferentes penas para hombres y mujeres, según informó hoy el diario El País. Muchos prefieren hablar de violencia a secas, y la justifican en un maltrato sufrido con anterioridad.
"En estos casos suele tratarse de conflictos abiertos, rupturas de pareja, respuestas a un maltrato similar al que sufren", aseguró a El País Miguel Lorente, delegado del Gobierno español para la Violencia de Género. Con él coincide Hilario Sáez, de la organización Hombres por la Igualdad de Sevilla, quien dice que "existe también la mujer que en lugar de romper con la relación que no le agrada, lo canaliza en violencia", que puede durar años.
La ex decana de los jueces de Barcelona, Maria Sanahuja, cree que los hombres sufren en silencio porque no se atreven a denunciar: "Ellos tienen tanta vergüenza como tenían las mujeres tiempo atrás, y ahora mismo, que muchas no lo cuentan ni siquiera a su familia. Hace años, cuando llegaban mujeres a denunciar maltrato apenas se las atendía. Ahora les pasa a ellos, que sufren el mismo tipo de maltrato".
Es el caso de Íñigo, un hombre que oculta su nombre real y que sufría todo tipo de maltrato de parte de su mujer, con la que tuvo dos hijos: "me pegaba incluso delante de los psicosociales", contó a El País . Cuando la denunció a la policía, le dijeron que vuelva a su casa, que lo deje pasar, que iba a perder a sus hijos. "A mí esto me lo hace mi mujer y le doy dos hostias que la mato", admitió el juez que trató su caso.
La experiencia de este hombre sirve a Sanahuja para demostrar que los hombres maltratados son una realidad y que "ocultarlo no beneficia a nadie". Tanto ella como otra feminista, Empar Pineda, no niegan la violencia de género de los hombres hacia las mujeres, la más extendida del mundo, sólo piden que se reconozca la que ejercen las mujeres: "ellas no usan el músculo, sino la cabeza, pero tratan de hacer lo mismo".