Cada individuo experimenta de distinta manera las presiones de fin de año. En este contexto, chicos y grandes se enfurecen y malhumoran, somatizan, con consecuencias de gravedad en muchos casos. Las fiestas, en nuestra cultura, funcionan como factor desencadenante. Puede pasar que una persona que ya venía con esa problemática, la situación de enfrentarse a ello genera estrés ya que a fin de año se resignifican mucho los sentimientos y experiencias de vida.
Estar angustiado, nervioso o preocupado no significa necesariamente estar estresado. Estas son solo expresiones sintomáticas, indicadores de que algo desagradable nos está sucediendo. El estrés va más allá de estos síntomas psicoafectivos. El estrés es una respuesta orgánica anormal, en la cual el organismo intenta defenderse frente a una amenaza pero su capacidad de acomodación ha sido superada.
Estar estresado implica que se rompió el equilibrio de los mecanismos de defensa y el equilibrio fisiológico, por lo que todo el organismo empieza a funcionar mal ya que está sometido a una situación a la que no está preparada. También se altera su regulación, y la inmunidad. Una persona estresada puede sufrir la reactivación de enfermedades latentes. Es importante consultar ante los síntomas marcadores.
*Médico pediatra (MN 57.969) y divulgador científico de Grupo Medihome.