El temporal que sufrió la provincia de Córdoba el pasado domingo destrozó varias urbanizaciones. Los principales afectados fueron los habitantes de Sierras Chicas y las localidades de Unquillo, Villa Allende y Río Ceballos, entre otras.
Desde el Gobierno cordobés confirmaron que ya son más de 1.500 las viviendas afectadas, siete muertos y unos 500 evacuados. De ellos, “unas 240 personas” continúan en los centros de evacuación, según dijo Daniel Passerini, ministro de Desarrollo Social provincial.
Tras las precipitaciones de ayer, el director de Defensa Civil, Diego Concha, confirmó que se reanudó el operativo para hallar a la joven Mariana Di Marco, arrastrada por la creciente del Río Ascochinga en la zona de La Pampa.
Las tareas de normalización de las zonas afectadas se complican por las nuevas lluvias que afrontó la provincia. Éstas carecen de agua potable, gas, luz y algunos barrios tienen el paso bloqueado por la cantidad de barro que dejaron las crecidas.
El intendente de Mendiolaza, Daniel Salibi, estimó que en esa localidad hay alrededor de 6.000 personas resultaron damnificadas por la crecida de los ríos, de las cuales 1.500 están con "serios problemas". El temporal dañó cerca de 50 kilómetros de ruta y 20 puentes.
El secretario de Servicios Públicos cordobés, Alberto Bresciano, sostuvo que "se está trabajando sin descanso" para normalizar las áreas, pero aclaró que las tareas demorarán "dos o tres jornadas más". Por su parte, el ministro de Infraestructura cordobés, Hugo Testa, estimó que la reconstrucción de caminos y accesos demandarán entre cuatro y cinco meses.
Las marcas del agua dejaron más que manchas de barro. El peor trabajo comienza ahora: muchas personas perdieron muebles, electrodomésticos y hasta sus casas o el auto. “El agua se llevaba todo lo que había a su paso: autos, paredes, árboles y casas”, así lo definió Adriana Asís, una de las afectadas.
En Una isla. Adriana Asís estaba sola en su casa de Mendiozala cuando comenzó la tormenta: "Yo tuve la suerte de subirme a un altillo. Tengo vecinos a los que el río le arrastró la mitad de sus casas”. Comenta que nadie había avisado sobre esa tormenta y que por eso “en 15 minutos se perdió todo”.
"Comenzó a entrar agua por las ventanas, por todos lados. Mi casa era una isla, estaba rodeada de agua. Las crecientes se llevaron un portón de hierro de seis metros de alto. Nunca vi algo asi”, explicó Adriana a Perfil.com.
"Atrás de mi casa tenía un arroyo mínimo, algunos dicen que las compuertas del Río no andaban, otros, que las abrieron. Ahí, fue cuando comenzó a bajar el agua. El arroyo se empezó a desbordar, se transformo en uno de seis metros de profundidad. Todo el perímetro de mi casa fue arrasado, yo intentaba comunicarme con alguien pero no podía”, expresó Asís.
Si bien vio “cómo flotaban los muebles, sillones y la heladera", Asís pudo recuperar varias cosas. La crecida no se llevó su auto, pero lo destrozó. La mujer afectada destaca una última imagen: "El agua del arroyo comenzó a chocar contra las paredes y las empezó aderrumbar”.
Desde Cero. Gustavo Cavallo vivía un una cuadra del arroyo, en el barrio Cóndor Bajo de Villa Allende. Ni él ni su familia estaba en su casa cuando inició la tormenta. Los llamados de los vecinos no tardaron en llegar: el agua estaba entrando en su hogar. “Estaba desesperado por llegar a mi casa, es inexplicable la sensación de querer recuperar aquello que ya estaba perdido”, afirmó.
Cuando llegó encontró su hogar bajo el agua y, a pesar de los intentos, no pudo salvar nada: "El agua me llegaba al pecho, quería recuperar las cosas que flotaban. Quería recuperar lo que no se podía recuperar”. Gustavo, su mujer y sus hijos perdieron todo. Sólo quedaron los cimientos de la casa.
Lucrecia Álvarez Saavedra estaba con su marido y su hijo de cuatro años cuando el agua comenzó a entrar en su casa. "El agua golpeaba las paredes y tuvimos que abrir las puertas para que pase. Subió unos 20 centímetros, todo estaba lleno de barro”, contó, para luego agregar: "Decidimos irnos, pero cuando llegamos a la Ruta 54 estaba cortada. Diez autos querían pasar pero había un metro de agua ".
Álvarez Saavedra explicó que, junto con otras personas, se pusieron a cavar y estuvieron tres horas para drenar el agua de la autovía: "Habían crecientes por todos lados, la ruta era un arroyo. Venían personas de Cosquin y contaban que todo estaba derrumbado. El agua seguía aumentando: era la caída del cielo más la de los arroyo y todavía se esperaba que llegue la creciente, se venia lo peor”.
La mujer pudo contar el final, al salir de la ruta se encontró con que la creciente “se había llevado pedazos del asfalto”. Ellos venían del Cerro Pan de Azucar, pero cuando llegaron a Rio Ceballos el panorama no fue distinto: “El centro estaba todo cortado, las inundaciones hicieron desastres, pero por suerte pudimos salir”
Lucrecia no perdió tanto de como otros. De hecho, se unió a la Red Solidaria de Córdoba para poder ayudar a los damnificados : "Sé de gente que tuvo que romper las rejas de su casa para no morir ahogados.Hay personas que se quedaron sin nada, el sacrificio de toda una vida se ha perdido ".