El jefe de Gobierno, Mauricio Macri, suele incurrir en una práctica algo particular para un político: cuando necesita llegar con celeridad a una reunión, enciende la sirena de su camioneta oficial y, cual patrullero bonaerense, su chofer se abre camino entre el tránsito porteño, como si tuviera privilegios por ser funcionario.
De no cambiar, a partir del jueves próximo, el conductor del Peugeot 807 oficial que lo lleva de evento en evento, podría perder la licencia de conducir en pocos días.
Es que a partir del primero de enero comenzará a regir en toda la Ciudad el polémico registro por puntos. Y la nueva normativa estipula un descuento de cinco puntos para quien “circule con elementos que permitan evadir los controles de tránsito y/o velocidad”. La ley es clara: no discrimina ni exime a funcionarios. Tampoco a sus choferes.
A punto. ¿Cómo funciona el nuevo sistema de scoring? Simple: a cada conductor se le asignan 20 puntos –sin ningún tipo de trámite previo– que se le irán descontando a medida que cometa infracciones o contravenciones. Una vez que se quede sin puntos, se le quita la licencia temporalmente.
La falta más grave es correr picadas, que estipula una pena de 20 puntos. Le siguen el exceso de velocidad, evadir controles de alcoholemia, conducir ebrio o bajo los efectos de las drogas y evitar asistir a las víctimas al participar en un accidente, que descuentan 10 puntos.
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