Las expresiones de fe popular y la concurrencia de los argentinos a los santuarios, sobre todo dedicados a la Virgen, tuvieron un notable aumento en la última década, de acuerdo a estimaciones de la Conferencia Episcopal Argentina.
La tendencia es creciente desde 1996 y no sólo en los lugares de culto "oficiales", sino también en centros donde se veneran imágenes consideradas paganas por la Iglesia católica, como Difunta Correa o el Gauchito Gil, o el caso de la reciente devoción a la "Virgen del Cerro" en Salta, sin aprobación eclesiástica.
Este auge de la religiosidad popular no conlleva, sin embargo, un retorno de los fieles a la misa dominical, que según estadísticas de la Universidad Católica Argentina no supera el 10 por ciento, en un país cuya mayoría se confiesa católico.
"La religiosidad popular subyace en lo profundo de la persona, más allá del ambiente cultural o social que la rodea. Por eso, estas expresiones tienden a incrementarse", explicó la teóloga platense Maruca Cabrera.
En tanto, el titular de la Delegación Episcopal para la Pastoral de los Santuarios, monseñor Fabriciano Sigampa, dijo a la agencia DyN que carece de "cifras precisas" sobre cuánta gente moviliza la fe en Argentina, pero aseguró que la basílica de Luján es el centro de peregrinación que más devotos recibe.
Al templo dedicado a la patrona de los argentinos llegan en promedio cada fin de semana 30 mil personas, número al que hay que sumarle, entre otras concentraciones masivas anuales, un millón y medio de promesantes que participan de la peregrinación juvenil de octubre.
"La gente no se ata a las fechas y viene a Luján con cualquier excusa. El domingo es el día habitual, pero hay otros picos altos más allá de la peregrinación, como son la procesión gaucha que suele reunir a 30 mil personas, la fiesta boliviana donde se juntan 10 mil, o las visitas diocesanas con un promedio de 3 mil cada una", precisó el rector de la basílica nacional, presbítero Jorge Torres Carbonell.
El fenómeno también es notorio en los santuarios dedicados a los patronos provinciales, aunque se torna masivo y con expresiones cívico-religiosas sólo en fechas muy puntuales para cada jurisdicción.
Así, unas 300 mil personas participan el 13 de septiembre de la fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, en Salta, o más de 200 mil peregrinan a la basílica de Nuestra Señora de Itatí en julio.
Un caso aparte es la manifestación de fe en el santuario de la Virgen de San Nicolás, en la ciudad bonaerense del mismo nombre, que llegó a recibir 450 mil peregrinos el 25 de septiembre de 2003 al cumplirse 20 años del "acontecimiento mariano", nombre que da la Iglesia a la aparición de la Virgen a una humilde mujer en un descampado junto al río Paraná, para pedirle que construya allí un templo.
Especiales características cobra también la devoción a la Virgen Desatanudos o Nuestra Señora que Desata los Nudos, como prefieren los sacerdotes para que "María no se junte con Satán", en el barrio porteño de Agronomía. Desde 1996, cuando el cardenal Jorge Bergoglio hizo traer una réplica del cuadro original de Alemania, el número de fieles creció de manera exponencial.
Tres años después ya se decía que eran 15 mil los fines de semana, con un pico de 60 mil el 8 de diciembre, cuando es la fiesta. En 2006, la cifra para esa fecha rondó los 100 mil devotos.
La veneración a San Cayetano tiene, en cambio, connotaciones sociales. Cada 7 de agosto congrega a multitudes que piden y agradecen trabajo. Este año no fue la excepción: un millón y medio de fieles, según estimaciones policiales.
Esa fe al patrono de la providencia va acompañada por gestos solidarios del pobre con el pobre, que en los últimos doce meses dejó alimentos no perecederos por un valor estimado en medio millón de dólares por el párroco Gerardo Castellano.
Fuente: DyN