La denuncia de violación de Thelma Fardín contra Juan Darthés conmocionó no sólo al mundo del espectáculo, sino también en todo el país, donde miles de mujeres apoyaron la decisión de la actriz. Una denuncia que le costó nueve años realizar, y que tuvo tres momentos puntuales para que Thelma tomara la determinación de hacer la acusación pública y judicial.
Fardín no fue la primera en denunciar al actor. Ya lo habían hecho otras tres actrices, la primera fue Calu Rivero, y la siguieron Ana Coacci y Natalia Juncos. “Eso le hizo mucho ruido a ella. Que las otras chicas hayan hablado fue la condición de posibilidad de que ella pueda revisar su propia historia y traer a la luz algo que había estado oculto por el estigma y la vergüenza”, contó en diálogo con Perfil la abogada de la víctima, Sabrina Cartabia.
Ese fue el primer momento en el que la actriz comenzó a gestar en su cabeza la posibilidad de denunciar a Darthés. Luego, el avance judicial del actor contra las tres denunciantes también fue un aliciente para Fardín, que quería proteger a sus colegas. “La reacción fue muy fuerte cuando vio que sus compañeras, las mujeres que habían pasado por esa situación similar, estaban siendo perseguidas” manifestó la abogada.
Cómo sigue la denuncia de Thelma Fardín a Juan Darthés en Nicaragua
“Acá hay un intercambio, las palabras de ellas fue la condición de posibilidad de la reflexión de Thelma, pero a su vez, tomó conciencia de la responsabilidad que tenía ella y que si ella hablaba también esa palabra se iba a transformar en una red de protección y cuidado para las chicas que estaban siendo perseguidas por haber hablado previamente”, añadió a este medio.
El punto de inflexión que terminó de convencer a Fardín fue que, al momento que surgen todas estas acusaciones públicas, Darthés estaba trabajando en una novela infantil, Simona. “Él otra vez estaba en contacto con niñas y adolescentes en un esquema de trabajo”, dijo Cartabia sobre la denuncia de la actriz, que cómo explicó en su cuenta de Twitter, también pasó por varias dudas y miedos que la hacían repensar la denuncia.
Tenés que sacarte mil capas de miedo. Miedo a no tener más trabajo, a que te vean como algo roto, a que te rompan; a verte como una mujer de segunda mano, como una víctima, como una traumada; que te marquen como pobrecita, como mentirosa, que te marquen. Que te marquen más.
— Thelma Fardin (@soythelmafardin) December 12, 2018
La letrada reveló que el primer movimiento de Thelma fue contactarse con Calu Rivero: “Ella habló con Calu, le narra lo que había sucedido, y así fue haciéndose la cuestión de redes con las que existía un nexo de confianza y también que sabíamos trabajar con perspectiva de género”. Es que Calu le recomendó hablar con la periodista feminista de Página/12, Luciana Peker, y ella la derivó con Cartabia, de 33 años y que la revista Time la reconoció como parte de la “próxima generación de líderes” del mundo.
“Prevenida por la situación que habían pasados las tres denunciantes, que fue de una persecución judicial, teníamos bien en claro en que nuestro trabajo era intentar reducir lo máximo posible los márgenes de riesgo legal. Justamente, que la toma de esa palabra pública no se convierta en un problema para Thelma, más que una solución o una liberación de una situación traumática”, expresó.
Cómo sigue la causa
El hecho ocurrió en 2009 en una gira de la tira “Patito Feo” en Nicaragua. Si bien trascendió que se podría la Justicia argentina debía llevar adelante el proceso mediante un exhorto desde el país centroamericano, la abogada lo ve poco probable: “Es muy tirado de los pelos, no es jurídicamente imposible, pero la regla general es que se juzga, se investiga y se sanciona en el lugar de los hechos. Hay algunas excepciones, pero en este caso lo veo muy verde”:
De todas maneras, como pasó tanto tiempo de la situación, se genera la duda de qué pruebas puede haber para comprobar el hecho. “En este tipo de casos de violencia sexual, tenés un problema, que es que, en líneas generales, no hay testigos directos. El derecho clásico no sabía cómo resolverlo cuando se trabajaba sin perspectiva de género, porque decían 'es la palabra de uno contra la palabra de otro', y eso no es así”, explicó.
“Vos tenés la prueba troncal, que es el testimonio, en este caso de Thelma. Lo que hay que hacer es buscar otra prueba, por ejemplo, las pericias psicológicas-psiquiátricas. Y lo que se conoce cómo pruebas de indicios, como testigos indirectos. Por ejemplo, podrían ser las compañeras a las que Thelma les contó lo de la violación o también Calu, Anita Coacci y Natalia Juncos, que vivieron situaciones similares. Eso te da es un contexto de credibilidad de ese testimonio” concluyó.