SOCIEDAD
buscan acercar la lirica a otros publicos

Desde un galpón a un penal, llevan la ópera a espacios alternativos

Este año, los vecinos de Villa Lugano disfrutaron por primera vez de una obra de Mozart. En 2016 replicarán la experiencia en el Borda, una cárcel y la Villa 20, donde sumarán a la gente al espectáculo.

Iniciativa. Pablo Foladori (39) y Luciano Garramuño (32), en los andamios que fueron escenario para el show en el galpón Piedrabuenarte. De fondo, un telón que era del Colón.
| Agustín Marcarian

Colgados de unos andamios de construcción, subidos a cajas en un galpón gigante de más de 140 metros de largo y altísimos techos de chapa, tres cantantes líricos llevan adelante la performance de la obra Bastián y Bastiana, de Mozart. De fondo hay un telón con nubes dibujadas, que perteneció alguna vez al Teatro Colón, y a un costado se ubica una orquesta de ocho músicos que los acompañan. Entre el público, sentado en sillas o directamente en el piso (nada de butacas), cerca de 300 vecinos del barrio Piedrabuena de Villa Lugano disfrutan, en muchos casos por primera vez, de una ópera en vivo.
Así fue el show que Pablo Foladori (39) –cantante lírico y director de escena– montó en el Galpón Piedrabuenarte, cerca del famoso Elefante Blanco y de Ciudad Oculta, en el sur de la ciudad, en el marco de la Noche de los Museos en octubre pasado. Así, el galpón –un espacio que durante años funcionó como depósito de escenografías del Teatro Colón, estuvo abandonado y hoy funciona como espacio artístico– logró ingresar por primera vez como sede de esa noche cultural porteña.

“No sólo Villa Lugano, ¡Piedrabuena en la Noche de los Museos era algo impensable!”, dice Luciano Garramuño (32), vecino, artista y uno de los responsables del lugar.
La idea de llevar una ópera de Mozart hasta ahí surgió cuando Foladori, que en 2012 había dirigido su primera ópera y quería explorar en la aproximación entre los cantantes, los actores y el público, pensó en lugares alternativos adonde llevar un espectáculo lírico. Así llegó a Piedrabuena. “Siempre me interesó llevar la ópera a espacios no convencionales, lugares que no sean teatros, y trabajar con la cercanía entre el cantante y el público”, explica.
Gracias a una búsqueda en Google se contactó con Garramuño y su socio, Juan “Pepi” Garachico, y organizaron el evento, del que también participaron los vecinos  ayudando con el armado de la escenografía y la iluminación. La repercusión fue buena, y a futuro Foladori quiere armar audiciones para que sean los vecinos del barrio –donde viven cerca de 20 mil personas– los protagonistas del espectáculo.
 “Para la gente del lugar fue algo sorprendente, algunos no escuchaban ópera, y muchos chicos se interesaron por los violines y la potencia de los cantantes”, cuenta Garramuño. “Además, verlos ahí, arriba de un andamio, con herramientas de trabajo, poca luz y los pastos altos porque no llegamos a cortarlos, fue como entrar a otra dimensión”, agrega.
Garramuño habla del galpón como su segunda casa. Y en parte lo es. Desde que era chico, con sus amigos se metían en ese predio gigante abandonado que había al lado del complejo de viviendas donde reside, que con mucho esfuerzo lograron convertir casi en una ciudad artística, con talleres de teatro, circo, música y más de noventa murales que ponen color a la monotonía de los edificios en bloque (ver aparte).

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Rompiendo estereotipos. “Hay un preconcepto de que la ópera es un objeto cultural elitista, y me gusta jugar con esos choques y comprobar que en realidad se trata de un producto cultural, con música y una cosa visual fuerte, que puede dialogar con distintos espacios”, dice Foladori.
Entre sus proyectos a futuro se cuenta hacer otro espectáculo lírico en marzo en las canchas de básquet que hay en la Villa 20, además de seguir en Villa Lugano, y otro en el hospital Borda.
Y más adelante, le gustaría sumar también algún penal. La idea del director y cantante siempre es lograr una “aproximación de la ópera a un público que en general no tiene contacto, lograr que la ópera se acerque a ellos y que puedan participar también del espectáculo”, agrega. Salir así del estereotipo de que la ópera es para pocos.

 

Una ‘ciudad artística’, en un depósito de escenografías del Colón

Cada paso adelante que dan con el galpón, Luciano Garramuño (32) se lo tatúa en la piel. Así, al complejo de viviendas donde pasó su infancia, en el barrio Piedrabuena de Villa Lugano, se suman el galpón Piedrabuenarte y los espectáculos que realizan, como el de ópera que hicieron en octubre.
“Esto cambió el barrio, nos ayudó a romper el imaginario del barrio peligroso”, dice cuando le preguntan por el impacto que tuvo en la zona la conversión del galpón en espacio cultural. “Estamos en una zona difícil, y en estos diez años que llevamos trabajando en el proyecto nos robaron dos veces”, dice Garramuño. Antes, el lugar fue un depósito de escenografías del Colón que nadie usaba –por eso Garramuño y sus amigos se metían para sacarlos y los sumaban a sus shows de rock en el barrio–, y estuvo muchos años abandonado, lo que lo convirtió en un lugar oscuro y peligroso.
Hace un tiempo terminaron dándoles el comodato del lugar para manejarlo por treinta años, en ese predio donde también se están construyendo cinco escuelas. Por eso buscan sumar este espacio cultural al polo educativo, con actividades para los más chicos.

 

Teatro y orquestas infantiles

Con la premisa del poder transformador del arte, también en Villa Lugano, el Festival Shakespeare que se realiza todos los años en Buenos Aires tiene desde 2013 sede en el sur de la ciudad: fue en la Villa 20, donde los chicos que viven allí –y también los que viven en Ciudad Oculta– tienen clases de las obras clásicas del famoso dramaturgo inglés, organizas por la Fundación Romeo.
En Morón, asimismo, unos setenta chicos de entre 6 y 16 años que viven en el barrio Carlos Gardel, uno de los tantos asentamientos que hay en el conurbano bonaerense, se reúnen en la Casa de la Juventud del barrio para aprender a tocar el violín, la viola, el violonchelo, el contrabajo, la flauta, el clarinete y la trompeta, entre otros instrumentos.
Así, con la creación del programa de orquestas infanto-juveniles, desde la municipalidad buscaron trabajar con la música para promover la inclusión social de chicos y adolescentes, y hasta grabaron un CD.