El comisario retirado José María Irrera, que vive con su esposa en el country Indio Cuá de Exaltación de la Cruz, a 23 kilómetros de Pilar, se jactaba de dormir con la puerta de su casa abierta y el auto estacionado con las llaves puestas. Sólo se quejaba por los embotellamientos de tránsito que le impedían llegar a horario hasta su oficina del barrio porteño de Núñez. Pero el 20 de marzo, dos días después de haber dado su testimonio, Irrera llamó a NOTICIAS. Estaba apesadumbrado.
“Ya no me siento seguro. Anoche perdimos el invicto: cuatro delincuentes encapuchados desvalijaron tres casas del country”, contó. Desde ese día, algunos de sus vecinos pusieron alarmas en sus casas y enrejaron las ventanas. Uno de ellos preguntó si podía tener un arma de fuego. Como le dijeron que no, avisó que comprará un perro entrenado.
En lo que va del 2010, se denunciaron 24 asaltos en countries y barrios privados de la provincia de Buenos Aires. Sólo en marzo, hubo ocho robos: uno cada cuatro días. En los últimos cinco años, los delitos se duplicaron y las consultas psicológicas por trastornos de ansiedad, estrés o ataques de pánico causados por la inseguridad crecieron un 40%.
El ejército de 36.351 vigiladores privados que custodian los countries, que equivale a una tercera parte de la cantidad de efectivos que tiene la Policía Bonaerense, no logró frenar la ola de robos. Las alarmas y las cámaras de seguridad tampoco alcanzan para proteger un mundo que parecía perfecto.