En forma de pasto vivo, pasto cosechado o de barritas congeladas, el jugo de pasto de trigo orgánico ya se está imponiendo en las cartas de restaurantes porteños y en el menú diario de quienes apuestan a una vida sana y buscan sentirse bien.
“Nos enteramos de la movida en los Estados Unidos y montamos un vivero orgánico acá: composteamos la tierra, la mineralizamos y producimos el wheatgrass, lejos de animales, en un lugar limpio, sin contaminación, y especialmente acondicionado”, explica Diego Almada, uno de los socios de LuzVida, un vivero dedicado a su producción. De un color verde intenso, el gusto es fuerte y dulce, con un inevitable dejo de sabor a pasto.
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