Debido a la pandemia por coronavirus, el uso de los barbijos quirúrgicos tuvo un incremento exponencial durante este último año, su producción masiva generó a su vez, basura masiva. Y para el ecosistema se convirtieron en un peligro, ya que la mayoría de los barbijos terminan en playas y ríos, y tardan cientos de años en descomponerse, aseguran distintas organizaciones dedicadas a la conservación ambiental y de la fauna.
El director científico de Ocean Conservancy, George Leonard, explica que los barbijos y los guantes de látex “son muy problemáticos” para las criaturas marinas. “Cuando estos plásticos se descomponen en la naturaleza, se convierten en partículas cada vez más pequeñas”, explicó el especialista de la institución estadounidense, y explicó que estas partículas pueden entrar en la cadena alimentaria y tener un impacto en los ecosistemas.
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Desde la asociación de defensa de los animales PETA en Asia y según la agencia de noticias AFP, Ashley Fruno aseguró que “las mascarillas no desaparecerán pronto, y cuando las tiramos, pueden amenazar el medio ambiente y los animales que comparten nuestro planeta”.
Es que, según la organización protectora del medio ambiente OceansAsia, el año pasado más de 1.500 millones de barbijos terminaron en los océanos, es decir 6.200 toneladas de desechos plásticos adicionales.
Un ejemplo claro de este problema se vivió en Chemsford, Inglaterra, cuando la organización de protección de los pájaros Rspca rescató a una gaviota cuyas patas quedaron enredadas en un tapabocas durante casi una semana. Adam Jones, el inspector de la institución, informó que “las correas elásticas se habían apretado alrededor de sus patas y sus articulaciones estaban hinchadas y doloridas” y aclaró que el animal llevaba así “varios días”.
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Otro caso sucedió en Brasil, cuando una asociación de protección del medio ambiente encontró restos de barbijos en el estómago de un pingüino cuyo cuerpo fue arrastrado hacia la playa. O también cuando se encontró un pez globo atrapado en un tapabocas en las costas de Miami.
Además, la asociación francesa Operación Mar Limpio encontró en septiembre un cangrejo muerto, que había quedado atrapado en una mascarilla en la laguna de Berre, cerca de Marsella.
Como explica Leonard, los plásticos que se descomponen en la naturaleza se convierten en partículas más pequeñas, denominados microplásticos, y son sumamente peligrosos no solo para los animales sino también para el humano.
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Y sin embargo, no es información nueva. En 2019, la revista académica Environmental Science and Technology publicó que una persona promedio consume al menos 50.000 partículas de plástico al año y respira una cantidad similar, según el primer estudio que calculó la ingestión de polución plástica de las personas. El informe utilizó datos de 26 investigaciones previas que han medido la cantidad de microplásticos en pescado, mariscos, azúcar, sal, cerveza y agua, así como en el aire de las ciudades.
Qué podemos hacer
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Especialistas recomiendan no utilizar barbijos desechables, sino los que son de tela, dado que se pueden lavar después de su uso y volver a utilizar, lo que los convierte en una opción más ecológica y económicamente viable. Sin embargo, si debemos usar las mascarillas quirúrgicas, se aconseja cortar las bandas elásticas antes de tirarlas, para que ningún animal se quede atrapada en ella.
PM