Una cardiopatía severa "incompatible con la práctica del rugby" fue, según los médicos forenses que hicieron la autopsia sobre su cuerpo, el motivo inequívoco por el que el joven Alvaro Costa, de tan sólo 18 años, falleció esta madrugada al sufrir un paro cardiorrespiratorio, que en principio se adjudicara a los golpes que había recibido horas antes en una práctica con su equipo.
Costa jugaba en el San Isidro Club (SIC), donde periódicamente se le realizaban controles médicos que, evidentemente, no permitieron detectar el problema de salud que sufría. De habérsele diagnosticado a tiempo ese cuadro, seguramente su muerte hubiera sido evitada, ya que no se le hubiera permitido practicar un deporte que en su condición no podía realizar.
Horas antes de dar a conocer el resultado de la autopsia el Cuerpo Médico Forense de la Policía Científica de San Isidro, justamente, el presidente del SIC, Eduardo Oderigo, había dicho que su club no tenía ninguna responsabilidad en lo ocurrido dado que, en marzo pasado, el joven había sido habilitado para jugar en virtud de un chequeo que se le realizara.
Por eso mismo, la revelación hecha por los forenses desató un gran estupor en el club y la propia Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), desde donde se indicó que la patología en cuestión "no es posible, porque de ser así el joven Costa no podría haber realizado un deporte tan exigente durante tanto tiempo".
La misma fuente de la URBA señaló que esa asociación "realiza anualmente exhaustivos controles médicos a los jugadores de todas las categorías para determinar la aptitud física", y que, contra lo que surgió de la autopsia, Costa "estaba en condiciones de realizar esta actividad".
"Nos sorprende en gran medida que el resultado de la autopsia haya alcanzado estado público tan rápidamente", señaló por último el vocero de la URBA consultado, intentando de algún modo poner en tela de juicio una revelación que cuestiona seriamente la calidad de los controles médicos que la institución realiza.
De acuerdo a fuentes judiciales, concretamente, la afección que no se pudo detectar a tiempo habría sido una "taquicardia paroxística" por la que el corazón late más rápido de lo normal. Asimismo, la autopsia determinó que al descomponerse el joven "tuvo vómitos y se broncoaspiró", y descartó "de plano" que los golpes sufridos por el rugbier en la práctica hayan tenido influencia en su muerte.
Ahora, la Justicia deberá resolver en base a la autopsia si hubo negligencia de parte del club, la URBA y el sanatorio San Lucas, donde el joven fue dado de alta ayer después de concurrir con dolores en el pecho en lo que se supone pudo haber sido un preinfarto.
Por lo pronto, el informe forense ya obra en manos de la fiscal de San Fernando, Carolina Carballido, quien de un momento a otro podría declararse incompetente en la causa y girarla a los tribunales de San Isidro por ser estos los que tienen jurisdicción sobre el SIC y el centro médico mencionado.